Una política sin chistes
Una política sin chistes twitter.com/diegoebarros
Entre un discurso político sin chistes y otro con chistes de cualquier tipo, me quedo con el primero. El sentido del humor y la creatividad nunca han sido mis fuertes, pero, miren, aquí sigo. Los que espero que no sigan son los aspirantes a humoristas, como bien tuitea Diego E. Barros, que están empleados como community managers de los partidos políticos o de algunas marcas comerciales. Que sí, que soy tan soso que hasta me parecen mal los emoticonos. Pero son Twitter y los chistes en Twitter los principales desencadenantes de la degradación de la política actual.
Políticos serios twitter.com/El__Yayo
Un buen amigo mío hace ya años que me advirtió: “Iker, divertido no es lo contrario de serio, es lo contrario de aburrido” y solo he podido darle la razón en todo este tiempo. Es posible ser divertido: hemos visto a algunos políticos, empezando por Ortuzar y terminando por Rajoy, que con socarronería rebajan cierta tensión. Pero lo que no podemos permitirnos es políticos que no sean serios, como Girauta, que pide también menos chistes en política. Me parece bien, pero no que lo haga él, que no fue nada serio en su exigencia reiterada con los Peones Negros de que ETA participó en el 11-M.
¿Qué niños, Pablo? twitter.com/pablocasado_
Solo un ratito antes de que el PP lanzara el maloliente tuit con un niño pidiendo a los Reyes Magos que se llevaran a Pedro Sánchez como se habían llevado a Amy Winehouse, Pablo Casado clamaba en Twitter porque en Catalunya se usaba la cabalgata real, un evento destinado a niños, para repartir lazos amarillos. “Dejen en paz a los niños, dejen de adoctrinarles”, pedía el responsable del PP mientras alguien descargaba el vídeo y lo cargaba en el espacio multimedia de Twitter pensando que ese niño, esa carta a los reyes y ese letal deseo eran una buena idea.