Votos cruzados

Andoni Ortuzar nos ofreció el domingo en este diario una sabrosa información sobre las próximas elecciones europeas. En efecto, el burukide jelkide desveló que un sector influyente de ERC prefería concurrir con ellos y no con EH Bildu como al final ha decidido el partido catalán.

La cuestión no debe causarnos gran sorpresa, porque parece evidente que el discurso actual de los de Junqueras se asemeja más al que está enarbolando el PNV, mientras que a sectores de la izquierda abertzale parece entusiasmarles más la épica de Puigdemont y su entorno. Es tal vez por ello por lo que el propio Arnaldo Otegi insistió semanas pasadas en conformar alianzas más amplias.

Nunca ha sido sencillo establecer relaciones estables con partidos de otras naciones, ya que las supuestas afinidades ideológicas se ven muchas veces superadas por coyunturas, estrategias y relaciones personales que dificultan tal estabilidad. Entre PNV y CiU hubo una entente relativamente sólida, pero los restos de los democristianos se reparten ahora entre los seguidores de un Espadaler vergonzosamente echado en brazos del unionismo; y los Castellá, de Gispert y Rigol, agrupados en un partido muy radicalizado.

Los posconvergentes, por su parte, a la espera de lo que pueda pasar con movimientos como La Crida, tratan de mantener a flote PDeCat, ahora con una dirección más cercana a Puigdemont que la anterior de Marta Pascal, que sin embargo parecía tener mejores relaciones con Sabin Etxea.

Queda mucho tiempo para las elecciones europeas, pero a día de hoy resulta interesante especular cuántos ciudadanos vascos votarán en clave catalana, cuántos cruzarán sus votos fijándose más en el aliado catalán de los partidos vascos que en la propia sigla local y cuántos optarán por votar a una candidatura independentista catalana sin aliados vascos, si al final esta se constituye.

No sé si es por necesidad o por virtud, pero tengo para mí que los jelkides hacen bien en esperar hasta que se aclare un poco el panorama si es que termina por aclararse.