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Polémicas

Recuerdo una reunión de alcaldes guipuzcoanos en la que mostraban su perplejidad por la trifulca que se armaba en Donostia por cualquier cuestión que en sus respectivos municipios se solventaba con facilidad. En efecto, están siendo estos días muy propicios para demostrar que en nuestra capital se polemiza en exceso por todo. Los decorados navideños, la noria y -cómo no- el Tambor de Oro están en boca de (casi) todos con una profusión y vehemencia a la que muchos no terminamos de acostumbrarnos.

Desconozco si tal característica se enmarca en eso que viene a llamarse ñoñostiarrismo, entre otras cosas porque teme uno acercarse al fenómeno en cuestión sin salir trasquilado. Lo que sí parece evidente es que no se trata de un simple tópico cuando hablamos de esa tendencia a la eterna controversia que caracteriza por lo general al donostiarra en los temas que atañen a la ciudad.

Lo que empieza a ser un verdadero topicazo es la mirada exageradamente crítica hacia Donostia de ciertos sectores que creen haber encontrado de esa manera el atajo a la autoafirmación "progre". Ha sido Ion Ansa quien en reciente comentario en las redes se ha lamentado de este ejercicio colectivo que él ha denominado Donostiafobia. Lo cierto es que Ansa ha circunscrito su reflexión a cierta actitud lapidaria con respecto a las fiestas que se celebran en la ciudad, pero espero que me permita ampliarla a otros muchos aspectos de lo que acontece en ella, tratados con igual suficiencia.

Afortunadamente Donostia es más, mucho más, que lo que a veces se traslada desde dentro con interminables polémicas; y más, mucho más, que lo que a veces se estigmatiza desde fuera con pretenciosidad ideológica. A pesar de que en días como hoy echamos en falta estrenos teatrales como los que en aquellos santotomases ofrecían ilustres donostiarras como Toribio Alzaga.