la entrega de los Premios Manuel Laborde Werlinden, que tienen como objetivo incentivar iniciativas empresariales con base tecnológica basadas en ideas innovadoras y que su décima octava edición ha tenido lugar esta semana, sirve para aflorar y poner de relieve la importancia del trabajo, muchas veces callado y en la soledad de los laboratorios, que se hace en la universidad a partir de proyectos de investigación que con el tiempo y en muchas ocasiones se convierten en empresas con un gran futuro al aportar desarrollos tecnológicos nuevos en el mercado.
Ejemplos de esa transferencia de conocimiento del mundo de la universidad al de la empresa son las compañías Nesplora, Datik (que en este momento forma parte del grupo Irizar), Gomavial Solutions, Innovae Vision, Bihurcrystal, DNA Data, etc., que han podido desarrollarse gracias al programa Entreprenari, en el que participan la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (Campus de Gipuzkoa) y BIC Gipuzkoa. Un auténtico ejemplo del ecosistema emprendedor que existe en este territorio y que debería de ampliarse a un mayor número de instancias para poner el foco aún más en la necesidad que existe de impulsar nuevas empresas de base tecnológica en sectores estratégicos como la industria, biosalud, las Tecnologías de la Información (TIC), la movilidad, la energía, etc.
Precisamente, el primer premio Manuel Laborde de este año se ha dirigido al sector de biosalud, en concreto, a la empresa Miramoon Pharma, dedicada al desarrollo de nuevos fármacos moduladores alostéricos para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas como pueden ser el Síndrome de Duchenne y Bésker, pero con grandes posibilidades para ser aplicadas en otras como ELA, en la que ya se han puesto en marcha una serie de pruebas con resultados muy alentadores. Esta iniciativa es el resultado del I+D que se ha generado en el grupo de investigación Catálisis Sostenible de la UPV/EHU y el grupo de Enfermedades Neuromusculares del Instituto BioDonostia.
Por su parte, la empresa Wimbitek, consiguió el segundo premio gracias al desarrollo de una línea de productos de monitorización de activos basada en el Internet de las Cosas y la cadena de bloques que elimina intermediarios en el proceso. Esta empresa, nacida de un grupo de investigación de la Facultad de Informática de Donostia, ha aprovechado el conocimiento que le reportaban los productos que desarrolló y comercializó para la monitorización de aves para avanzar en nuevos desarrollos orientados a la Industria 4.0, las ciudades inteligentes o la energía.
Los Premios Manuel Laborde Werlinden se promueven dentro del marco del programa Entreprenari, desarrollado y gestionado por la UPV/EHU (Campus de Gipuzkoa) y BIC Gipuzkoa con el fin de dinamizar, formar y apoyar a los estudiantes, egresados, profesorado e investigadores que muestren interés en la creación de nuevas empresas de base científico-tecnológica resultantes del desarrollo de I+D o innovadoras que aporten valor en el mercado.
Con esta iniciativa, que ya cuenta con 17 años de experiencia, se trata de promocionar la iniciativa empresarial surgida desde el conocimiento generado en la propia universidad y trasladarlo al mercado a través de proyectos con nuevas propuestas de valor. Una experiencia que trata de reforzar los mecanismos de interacción entre la universidad y las empresas, impulsando un mayor desarrollo y aprovechamiento de las actividades y de los resultados en I+D, al tiempo que fomenta la transferencia de conocimiento entre esos dos mundos, haciendo énfasis de la figura del emprendedor.
La experiencia que aporta BIC Gipuzkoa en sus recién cumplidos 25 años de historia a la hora de poner a disposición de los emprendedores universitarios los recursos y asesoramiento necesarios para el correcto desarrollo de los proyectos empresariales ha dado lugar a que el balance del programa Entreprenari sea más que satisfactorio.
En los 17 años de existencia de este programa se han creado un total de 65 empresas dentro de los sectores de biosalud e industria avanzada, etc., que han dado lugar a la creación de 720 empleos directos de alta cualificación. El 80% de esas empresas han surgido de grupos de investigación liderados por investigadores de alto prestigio y experiencia. Durante este tiempo se han evaluado un total de 359 proyectos, de los que 114 han contado con apoyo de BIC Gipuzkoa.
Solo en lo que llevamos de año se han creado un total de siete empresas con una inversión de 8,1 millones de euros y la creación de 70 puestos de trabajo. Durante este ejercicio se han evaluado 13 proyectos, de los que cinco han tenido el apoyo del centro promotor de startups.
Estos datos ratifican el papel tan importante que tiene la universidad como sujeto de transferencia de conocimiento no solo a las empresas, sino incluso en la creación de nuevas iniciativas empresariales surgidas en su seno y fruto del desarrollo de proyectos de investigación. En este sentido, es relevante la posición que ocupan las universidades vascas en el ranking que la Fundación Conocimiento y Desarrollo elabora cada año para conocer el nivel de calidad de estos centros en el Estado a través de una serie de indicadores. Las universidades vascas se hallan en el grupo de las que ofrecen un mayor nivel de rendimiento, en concreto en lo que se refiere a la transferencia de conocimiento, enseñanza y aprendizaje y orientación internacional.
Una percepción que acaba de ser ratificada en el informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha elaborado sobre el Estado español y en el que Euskadi destaca de manera importante en diversos parámetros como es el de configurarse como un entorno propicio para la puesta en marcha de nuevas empresas o startups, con la particularidad de que tienen un gran nivel de persistencia en el tiempo. En este sentido, el 65% de las compañías que comienzan su actividad perviven al menos tres años, lo que significa tener una tasa entre las más altas de las regiones europeas. La media en el Estado se sitúa en torno al 45%.
A ese positivo escenario contribuye de manera importante la inversión que las empresas vascas realizan en I+D y que en 2017 ha comenzado a recuperar el ritmo de hace diez años al registrar un crecimiento del 5,6%, lo que significa un gasto de 1.363,2 millones de euros, según datos del Eustat. En relación al PIB, el gasto en I+D supone un 1,85%, apenas cuatro centésimas más que en 2016. Un porcentaje que sigue estando por debajo de la media europea con un 2,07%, aunque por encima de la estatal que se sitúa en el 1,19%.
Esta reactivación de la I+D a lo que hay que sumar el aumento de la inversión y la particularidad de que el tejido empresarial está más saneado, ya que la crisis se ha llevado por delante aquellas actividades que generaban menor valor añadido, nos coloca en un buen escenario para incentivar el desarrollo de startups innovadoras de base tecnológica desde el convencimiento de que solo es posible alcanzar altos niveles de competitividad si se dispone de un alto grado de conocimiento por parte de nuestras empresas.
Teniendo en cuenta los buenos indicadores económicos que arroja Euskadi en casi todos los parámetros y con unas previsiones de crecimiento del PIB para el año 2019 en torno al 2,4 y 2,6%, muy similar al registrado en este ejercicio, el panorama a corto plazo presenta ciertas dosis de tranquilidad y confianza que deben ser utilizadas con energía e inteligencia para preparar el futuro y poder responder de la mejor manera posible a la próxima crisis que, previsiblemente, llegará tarde o temprano.
Para ello, hay que reforzar y ampliar el ecosistema del emprendimiento para que se generen nuevas empresas innovadoras de base tecnológica por iniciativa propia o dentro de compañías y establecer mecanismos de financiación eficaces y sostenibles para hacer posible que lo que un día fue una idea o resultado de una investigación de laboratorio pueda convertirse en una compañía consolidada de futuro. Es una cuestión estratégica. l