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Esa subversiva letra

Para los que aspiramos a lo que aspiramos han llegado últimamente noticias positivas desde Iparralde. A viejas conquistas como la de la Cámara Agraria les han sucedido recientemente hitos históricos como la constitución de la Mancomunidad que agrupa a los 158 municipios de los tres territorios continentales. Sin euforia, pero los datos de la VI Encuesta Sociolingüística conocida el año pasado también invitan a cierto optimismo.

La euforia la han puesto quienes a todo ello han sumado la presencia de dirigentes de todo el abanico político-de Iparralde -excepto el FN- en el dilatado proceso de desaparición de ETA, algo impensable en nosotros los vascos peninsulares. Efectivamente, desde Aiete a Arnaga su aparición fue permanente. Todo ello hizo que desde sectores políticos de aquí se alabara su altura de miras y se explicitara la envidia sobre lo que allá sucedía.

Resulta que la realidad es demasiado tozuda como para que la gente no se caiga del guindo. Es lo que le sucedió a un amigo cuando leyó hace pocos días lo de la familia bretona que quiere inscribir a su hijo Fañch y los jueces y políticos que le dicen que eso de la Ñ es atentar contra la unidad de Francia. La ruptura, entre otras cuestiones por el bilingüismo, de Uztaritze Bai en el mayor municipio que gobiernan los abertzales de Iparralde o la imposibilidad de hacer el baxoa (la selectividad francesa) en euskera son otros ejemplos que ilustran lo que verdaderamente hay.

Igual es que mis prioridades no son las que debieran, pero admito que prefiero ver a estos ilustres diputados y senadores luchar para que el Beñat nacido en Baigorri pueda ser inscrito como tal, o para que el concejal de Uztaritze If Matxiikote pueda expresarse en euskera en sus plenos, a verlos posar solemnemente en Arnaga. Sé que no es incompatible, pero resulta que algunas ceremonias y flashes deslumbran tanto, que se les pasa centrarse en esa letra tan subversiva que es la Ñ. Por ejemplo.