La venta de la empresa donostiarra Grupo i68, especializada en el desarrollo de software de gestión para empresas, al grupo tecnológico italiano Zucchetti, que se ha conocido en los últimos días es otro ejemplo más del rosario de pymes con productos competitivos, bien gestionadas y ofreciendo beneficios en sus cuentas de resultados que, por falta de relevo generacional, terminan siendo adquiridas por un inversor industrial o un fondo de capital riesgo, ante la ausencia de implicación de sus trabajadores y la inexistencia de un instrumento financiero público-privado que pueda paliar esa deficiencia y asegure su arraigo.
Esas dos circunstancias se han producido en el caso del Grupo i68, donde los intentos de ampliar la participación de sus empleados en el capital de la empresa para acometer el relevo generacional y garantizar su futuro creciendo de manera corporativa y orgánica, con el fin de seguir siendo un referente en las soluciones ERP (Sistemas de Planificación de Recursos Empresariales), no han tenido el resultado que se pretendía.
En este sentido, Grupo i68 ya realizó gestiones el año pasado para adquirir alguna empresa que podría ser complementaria con su actividad. De las dos compañías por las que se interesaron, una quedó descartada porque las sinergias no estaban claras, y en el segundo caso la operación no fructificó porque el precio de compra no se ajustaba al mercado.
Hay que tener en cuenta que, en este momento, el sector de las Tecnologías de la Información (TI) vive un proceso álgido de concentración y aumento de tamaño, a través de adquisiciones de empresas motivado ya no por la actual situación de bonanza económica, sino porque presenta un futuro halagüeño debido a las necesidades digitales que está teniendo ya la industria en sus procesos productivos, a lo que hay que sumar la cada vez mayor importancia que tiene la ciberseguridad, etc.
De los 105 empleados que tiene el Grupo i68, solo 35 participaban en el capital de la empresa, de los que 20 eran cuadros intermedios y personal de base y el resto directivos. Una participación que no se ha visto incrementada a pesar de que durante el año pasado y lo que llevamos de éste, desde la dirección se ha planteado, incluso con ofertas por debajo de precio de mercado, aumentar la presencia de los trabajadores en el capital. Un proceso que tenía como fin facilitar la salida de aquellas personas que por jubilación ya no están activas profesionalmente y dar entrada en la propiedad a los empleados de la empresa que, por razones obvias, deben estar más atentos a lo que acontece en el día a día, sobre todo en un sector como el de las TI que evoluciona constantemente.
La participación de los trabajadores en la empresa es un modelo en el que el fundador y actual presidente del Grupo i68, Fernando Lorente, ha creído firmemente desde el primer momento, cuando hace ya cinco años impulsó este modelo, dando entrada en el capital de la compañía a los empleados con el fin de implicar a la plantilla en el proyecto empresarial y dar seguridad y continuidad a la firma.
Con este resultado y ante la ausencia de un fondo estructurado de manera público-privada orientado a entrar en el capital de las pymes donde se presenten este tipo de situaciones de relevo generacional para preservar su continuidad y garantizar su arraigo en el entorno, la única salida que quedaba era la venta a un inversor industrial.
No fue complicado contar con futuros compradores en un momento en el que el fuerte componente industrial de Euskadi interesa a las empresas del sector TI a nivel internacional por la cada vez mayor demanda de productos digitales que se está produciendo ya en los procesos productivos como es el caso de la industria avanzada, la ciberseguridad, etc. Y en este campo, la experiencia del Grupo i68, desde su constitución en 1985, constituye toda una garantía.
De las cinco ofertas de compra que recibieron, al final se seleccionaron dos que eran las más atractivas, aunque la operación se materializó con el Grupo Zucchetti porque garantizaba al Grupo i68 el mantenimiento del empleo y en las mismas condiciones en las que se hallan en la actualidad las personas que trabajan en la empresa donostiarra, la continuidad del equipo directivo y el mantenimiento de la actividad en Donostia. Como contraprestación Zucchetti, que es la primera empresa del sector de las TI en Italia, supone para i68 un refuerzo muy importante y una mayor garantía de futuro para los clientes, trabajadores y para su proyecto empresarial.
Con esta operación, Grupo i68, junto con las vizcaínas Solmicro e IDS, -adquiridas por el Grupo Zucchetti hace dos años y en el pasado mes de junio, respectivamente-, se convierte en punta de lanza del plan expansivo del grupo italiano en el Estado, mediante operaciones corporativas que, con toda probabilidad, tendrán como escenario Madrid, en un momento en que el sector de las TI se encuentra en plena ebullición. Zucchetti, que tiene su sede en la localidad de Lodi, cercana a Milán, presenta una facturación de 466 millones de euros, cuenta con 4.000 trabajadores en todo el mundo y tiene empresas propias en diez países, de los que ocho son europeos a los que hay que sumar Estados Unidos y Brasil.
Otra empresa también donostiarra del sector de las TI como es Ibermática, aunque ésta es de mayor tamaño, también se encuentra en pleno proceso de venta con tres o más candidatos interesados, aunque de momento la operación no se ha materializado. Hasta ahora la que ha expresado más interés ha sido la mexicana Softtek que busca de esta forma fortalecerse y ganar músculo en el Estado.
Según fuentes financieras, el valor de la compañía estaría situado en una horquilla que oscila entre los 100 y los 150 millones de euros. Un precio más que interesante si tenemos en cuenta que ProA Capital, el fondo de capital riesgo que detenta el 55% de las acciones de Ibermática, desembolsó 32 millones en diciembre de 2013 para comprar este paquete de acciones a Kutxabank, Banco Sabadell, CaixaBank y Caja 3, y hacerse con la mayoría del capital de la compañía. El banco de las cajas vascas continúa como accionista con un 15% de su capital.
Estas dos operaciones ponen de relieve el traslado de los centros de decisión de dos empresas importantes del sector de las TI en Euskadi fuera de su entorno, con lo que ello significa iniciar un proceso a largo plazo de posible desarraigo y falta de impulso local en la actividad de unas empresas que deberían ser consideradas estratégicas desde un planteamiento de política económica y de conocimiento de país, si tenemos en cuenta la gran importancia que cada vez más tienen las tecnologías de la información en los procesos industriales y productivos.
Parece un sarcasmo que mientras desde el sector público se impulsan centros de ciberseguridad para prevenir y evitar ataques informáticos a nuestras empresas y sistemas productivos, nadie haya reparado en la necesidad de crear un fuerte grupo empresarial de software a nivel de Euskadi, en donde existen empresas muy potentes en este segmento, sobre todo por la capacidad y el conocimiento experimentado que tienen en la aplicación de las tecnologías de la información en la industria.
En este sentido, habría que recordar la posición de algunos empresarios del sector de ERP que por puro personalismo y para evitar algún proceso de reestructuración en sus empresas por las duplicidades existentes con otras, dieron al traste con un ilusionado proyecto de concentración y de creación de una gran empresa vasca que hubiera sido líder en el Estado y con gran presencia internacional. Si ese proyecto se hubiera materializado hoy no estaríamos hablando de operaciones de venta, sino todo lo contrario. De aquellos polvos, estos lodos.
De la misma manera llama la atención cómo en una o dos generaciones han cambiado de manera importante los valores y las actitudes de las personas respecto a la sociedad, en donde conceptos como compromiso, sacrificio y esfuerzo desde un plano colectivo y compartido han caído en desuso y ya no forman parte de sus objetivos. Es un cambio cultural tan importante del que no es exagerado decir que, con ese tipo de posicionamiento actual, muchas de las empresas que hoy conocemos, que son líderes en su actividad y que, por desgracia, se están viendo abocadas a su venta por falta de relevo, no se hubieran podido constituir y, por supuesto, llegar hasta nuestros días, con todo lo que ello significa de generación de empleo y creación de riqueza. Un asunto que merece reflexión aunque parece que llegamos tarde. En este sentido, el futuro se presenta preocupante.