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El rarito

Recientemente Eusko Ikaskuntza presentó en el Parlamento Vasco las conclusiones del proceso de participación encargado por el Gobierno Vasco acerca del nuevo estatuto, nuevo estatus, nuevo marco o lo que sea, que tampoco tengo claro lo que saldrá, si al final sale algo.

Dejé constancia en otros foros de la desazón que me produjo la escasa participación en tal proceso, ya que aquel 9 de junio solo consiguieron reunir a 127 personas de las 600 previstas en las convocatorias de las tres capitales de nuestra comunidad autónoma. Pero antes de que algún amigo me tachara de aguafiestas una vez más, decidí echar el freno a mi preocupación, o cuando menos a expresarla públicamente, que eso es lo que al parecer duele.

Ha sucedido, sin embargo, que hemos conocido mediante reciente entrevista una valoración sosegada de los portavoces de la iniciativa, la cual me ha hecho dar el salto de la desazón a la perplejidad. Y es que, tras afirmar que nuestra clase política no entiende, no sabe, lo que es la democracia participativa, han concluido que una participación más amplia -por ejemplo, la anunciada por ellos mismos- no le hubiera aportado más calidad al resultado del proceso. Vamos, que al final vamos a tener que agradecer que aquel sábado de junio tres cuartas partes de los convocados hubieran optado por otro plan.

Llueve sobre mojado. Donde en el pasado vi estadios desangelados, otros vieron miles de personas movilizadas; donde percibí escasas participaciones en consultas populares, otros vislumbraron pueblos enteros en marcha; donde deduje preocupantes apatías, otros subrayaron lo cualitativo sobre lo cuantitativo. Desconozco si asistimos a una versión naif del optimismo inquebrantable del lehendakari Agirre o de verdad tenemos motivos para la ilusión. Si se trata de esto último, nunca estaré más orgulloso de ser el rarito de la cuadrilla.