ahora que se cumplen cinco años de la quiebra de Fagor Electrodomésticos es un buen momento para analizar hasta qué punto se han cumplido los pronósticos de aquellos agoreros que interpretaron la declaración de concurso de acreedores de lo que había sido la joya de la corona del movimiento cooperativo de Mondragon como la expresión máxima del fracaso del modelo de empresa de economía social. Unos posicionamientos que trataban de minimizar los valores de las cooperativas para igualarlos a los de las compañías de capital, a la hora de enfatizar que también son víctimas de los avatares del mercado, de las malas decisiones de sus propietarios y ejecutivos y de poder ir a la quiebra.

Cinco años después las cooperativas que conforman la Corporación Mondragon siguen siendo el primer grupo empresarial vasco y el séptimo en el Estado, que da empleo a 80.818 personas, según datos de 2017, lo que pone de relieve que este modelo de economía social sigue vivo y que, como todo en esta vida, se está adecuando constantemente a un mundo cada vez más cambiante y competitivo desde la perspectiva que para seguir generando empleo y riqueza los negocios deben ser más sostenibles.

Una máxima que no solo estaba clara con anterioridad a la crisis de Fagor Electrodomésticos, sino que se ha constatado como una condición absolutamente necesaria para que la filosofía que subyace detrás de la experiencia cooperativa como es la creación de empleo y reparto de la riqueza se mantenga como elemento central no solo de las cooperativas actuales, sino en las que se están constituyendo y de las que se crearán en el futuro. A día de hoy existen en Euskadi un total de 3.047 cooperativas, de las que 1.160 forman parte de Konfekoop (Confederación de Cooperativas de Euskadi) y cuentan con 34.837 socios trabajadores y dan trabajo a otras 54.667 personas

La crisis de Fagor Electrodomésticos no solo ha servido para reforzar los valores cooperativos como son la autoexigencia y corresponsabilidad, la solidaridad, la transformación social y la intercooperación -que también se están reforzando en algunas cooperativas que hace años abandonaron la Corporación Mondragon-, sino que en este momento, se plantea resolver un problema histórico en las empresas de economía social como es su capitalización, tras el resultado amargo de algunas experiencias vividas en el pasado.

El hecho de que el 95% de los casi 2.000 socios trabajadores de Fagor Electrodomésticos, a los que hay que incluir los 200 excedentarios de la quiebra de CNA, hayan tenido una solución a su situación laboral, más los que se prejubilaron y cuentan con su prestación de Lagun Aro, pone de relieve hasta qué punto la solidaridad intercooperativa ha funcionado para resolver este ingente problema por medio de la recolocación en otras cooperativas.

Este esfuerzo colectivo que las cooperativas pertenecientes a Mondragon han hecho para asumir el excedente de Fagor Electrodomésticos adquiere mayor valor en este momento si se tiene en cuenta la situación de liquidación en la que se encuentra La Naval de Sestao, que da empleo a unas 200 personas y genera 1.500 puestos indirectos en la industria auxiliar, y la petición de que el sector público intervenga para mantener la actividad del astillero.

Por otra parte, hay que destacar que ninguna multinacional o corporación de las dimensiones de Mondragon al uso se plantearía en este momento como alternativa la opción de recolocar a tan importante número de trabajadores de un negocio que deja de ser viable.

Esa actualización de los valores cooperativos, junto con la necesidad de una readecuación de los sistemas de gobernanza y del funcionamiento de algunos órganos como son los consejos rectores, cuyos componentes deberían de tener una trayectoria profesional consolidada para poder formar parte de ellos, se alinea con otro gran problema que están afrontando las cooperativas del grupo Mondragon como es el de su capacidad financiera. Es decir, disponer de los suficientes recursos financieros para no depender de las entidades bancarias, dada la dificultad que tienen las cooperativas por su propia personalidad jurídica para poder acceder al mercado de capitales.

En este sentido, el congreso que la Corporación Mondragon celebrará el próximo 14 de noviembre va a aprobar una ponencia que plantea una política de reparto de resultados entre los socios cooperativistas mucho más estricta, con el fin de contribuir a reforzar los recursos propios de las cooperativas y que sus estructuras financieras y patrimoniales sean sólidas y equilibradas.

Por ello, el congreso, que es el máximo órgano de gobierno de Mondragon y se reúne cada dos años, plantea limitar el reparto de dividendos -retornos en lenguaje cooperativo-, a los socios y reducir el pago de intereses por aportaciones al capital si la cooperativa no cumple tres ratios: tasa de rentabilidad superior a 9%, deuda financiera neta sobre Ebitda inferior al 2,5% y ratio de independencia mayor a 1. Si la cooperativa incumple estas condiciones, el reparto de los retornos será del 50% del excedente neto, frente al 70% actual, a lo que hay que sumar que los intereses de las aportaciones a capital y retornos acumulados que se pagan anualmente no superarán el 25% del resultado bruto, frente al 50% de la actualidad.

Todo un ejemplo de que en época de bonanza hay que ir preparando la situación de las empresas para afrontar una nueva crisis que, aunque todavía no forma parte de las previsiones más pesimistas, está claro que se producirá en el futuro atendiendo a los movimientos cíclicos de la economía.

En estos cinco años las cooperativas de Mondragon siguen creando empleo, hasta el punto de que el año pasado las empresas industriales del grupo generaron un total de 2.691 nuevos empleos, lo que da una idea del potencial y la capacidad que tiene el grupo en este campo frente a las compañías de capital.

Las cooperativas integradas en la Corporación Mondragon son los primeros empleadores en el conjunto de Euskadi, hasta el punto de ocupar el primer puesto en Gipuzkoa y el segundo en los territorios de Bizkaia, Araba y Navarra.

Para resolver las necesidades de empleo y mejorar la atracción de talento de las cooperativas, la Corporación Mondragon ha creado la página web Mondragon People, que a día de hoy cuenta con 110 ofertas de empleo presentadas por 28 empresas, de las que el 13% van destinadas a recién titulados en ciclos formativos, el 12% a recién licenciados universitarios y el restante 53% a profesionales con experiencia. Una realidad que choca con algunas actuaciones del Gobierno Vasco que, en términos generales, bascula hacia las empresas de capital, olvidándose de otros agentes económicos y sociales, como ocurrió con el Acuerdo por el Empleo firmado en solitario con Confebask y que ha quedado paralizado por la negativa de CCOO a volver a sentarse en la mesa de diálogo social.

En cuanto al emprendizaje, la Corporación Mondragon está realizando una ordenación de todos los agentes que trabajan en este campo, tanto corporativos como propios de cada cooperativa, para ser más eficientes en la generación de nuevos negocios que cada vez más se convierte en algo complicado por la gran competencia global que existe. En este sentido, Mondragon está poniendo el foco en la fabricación avanzada, donde cuenta con empresas punteras, la salud, el bienestar y el envejecimiento, la energía y las smart cities.

Al margen de la actividad de las empresas que conforman la Corporación Mondragon, estos cinco años después de la desaparición de Fagor Electrodomésticos también han servido para que valores cooperativos como el de la participación de los trabajadores en la gestión, resultados y propiedad de las empresas hayan tenido un gran auge y apoyo gracias a la Proposición no de Ley aprobada por unanimidad de todos los grupos parlamentarios de la Cámara Vasca, en la que se insta al Gobierno Vasco a que ponga en marcha un plan de implementación y promoción de este nuevo modelo organizativo en el conjunto de las empresas. También el Parlamento de Navarra ha hecho un pronunciamiento similar de apoyo a este nuevo modelo de empresa por parte de su comisión correspondiente.

Toda una recompensa al silencioso y largo trabajo que durante varios años han venido desarrollando los miembros de Arizmendiarrietaren Lagunak Elkartea (ALE) en la defensa y promoción de los valores cooperativos.