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Apretar

La llamada de Quim Torra a los CDRpara que sigan apretando en la calleha causado entre nosotros reaccionesque me han situado entre la desazón y la perplejidad.Ciertamente, el uso del verbo apretaren boca de un presidente puede parecer inapropiadoen otras situaciones, pero lo es mástratar de analizar aquello en parámetros denormalidad, con los principales líderes encarceladoso exiliados. Por no hablar de las nuevas?e inmensas? barrabasadas de los poderesdel Estado que vamos conociendo cada día.

Partidario como he sido siempre del liderazgoinstitucional, nunca lo he entendido incompatiblecon la presión de la gente en la calle. Aestas alturas nadie concibe la llegada de Zapateroal poder en 2004 sin la presencia de milesde ciudadanos apretando en las calles los díasprevios a las elecciones; ni la histórica luchapor la insumisión; ni la actual pelea de lospensionistas. Lo he hecho muchas veces pordiversos motivos y acudiré a las calles si milehendakari me convoca para defendernuestro autogobierno. Guste o no el verbo,siempre con la sana convicción de estarapretando, que para pasear ya conozcomejores sitios que las calles de no sé quéciudad.

Que ante una situación de suma gravedad yante unas instituciones cruelmente perseguidasnos pongamos tan exquisitos por laarenga del president, causa tristeza; creernecesario recomendarle que no se desvíe delcamino pacífico a una sociedad que estádando ejemplo de civismo, provoca hondapreocupación; mezclar la violencia de unosdescerebrados con el lícito ejercicio de apretar,produce desconcierto.

Discrepar de la estrategia ?o de la falta deella? del independentismo catalán amigo eslegítimo, como lo es demandarle mayor liderazgopolítico e institucional. Es un diagnósticocompartido por muchos. Pero para ellono hace falta ni mimetizar los argumentosdel enemigo, ni utilizar su brocha gorda.