Imanol Hiruntchiverry tenía que ir el pasado miércoles a Ormaiztegi, una gestión de export-import o así en una fábrica metalúrgica, así que, como hacía buen tiempo, cogió la moto, unas bolsas de compra y a su actual mujer para ir a la villa guipuzcoana desde Biarritz.

Después del trabajo se acercó, a una hora ya tardía, al mercado de Ordizia para justificar las bolsas traídas y conocer, no estaba programado, a las tres damas de Gabiria. Situadas por separado bajo el cubierto de la plaza, las tres señoras venden productos de sus caseríos. Más hijas de Hermes que de Mari, consiguieron colocar higos, manzanas, tomates, pimientos y alguna otra delicia a la pareja visitante.

- Guapas señoras las tres pero con más brujería que las de Zugarramurdi -comentó en francés Margot mientras cargaba la moto de futuras mermeladas y legumes farcis-.

Un menú del día en el Martínez, que rozó las tres estrellas de los michelines y que su precio irrisorio hacía más sublime todavía, completó la parada en Ordizia, dado que los Marqueses de Altamira se encontraban en los abonados ausentes por un día.

Y el café en Donostia, con Galtzagorri que les esperaba en una terraza de Santa Catalina acompañado de una señora, elegante como una bocarta rebozada, que recogió sus escasos kilos y se despidió seca y rápidamente de los recién presentados para atender alguna ocupación inaplazable.

Después, al montarse en la moto, Margot dijo en francés, refiriéndose indudablemente a la otra mujer.

-Tenía una boca para no quedarse nunca embarazada.

- Esas cosas no se dicen nunca en este lado del Bidasoa ¿Cómo te lo tengo que explicar?- .