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Un gigante

Probablemente, no pocos niños oñatiarrasbailaron y corretearon lospasados sanrokes de Deba alrededordel gigante que rememora a José Izaga. Esmás probable aún que los padres que losacompañaban ignoraran absolutamente queese bigotudo con batuta y aspecto bonachónera natural de su pueblo. No digamos yanada de conocer su apasionante historia.Pepe Izaga marchó joven a Deba tras obtenerla plaza de director de la banda municipal,no sin antes dejar en Oñati su huella comomúsico y militante nacionalista. Es allá dondefundó familia y se dedicó a su granpasión, que no era otra que la música. Todoello hasta que la guerra le obligó a salir delpueblo y se embarcó en aquella heroicaembajada cultural vasca llamada Eresoinka.De vuelta a Deba le tocó soportar sanciones yrehacer muchas cosas. Pero algo tenía aquelhombre para que años después de su muerteel pueblo de adopción decidiera dedicarle ungigante a su memoria. Pepe está enterradoen Oñati junto a su mujer, la también oñatiarraCarmen Gereta, y el hijo de ambos, JoséMari, otra apasionante historia: gudari delBatallón Saseta, cárcel, trabajo forzado, jugadorde la Real Sociedad, líder del movimientoantinuclear de Deba, empresario, un hombrecomprometido con su pueblo.

Ahora que la memoria histórica está envueltaen vergonzosas polémicas; ahora que sehabla tanto de leyes, de exhumaciones, defosas; ahora que acontece todo ello, tengopara mí que a veces, solo a veces, un pequeñoy entrañable gesto puede hacer más pordar a conocer nuestra historia que diez costosasiniciativas. Por ejemplo, que un ayuntamientosolicite al otro que le preste a PepeIzaga para pasearlo junto a los gigantes ycabezudos locales en las próximas fiestaspatronales, a ver si así a los oñatiarras lespica la curiosidad y se interesan en saber lapequeña gran historia de un gigante. Nuncamejor dicho.