éramos pocos y parió la abuela es la popular manera de expresar que las dificultades, elementos y personajes de un proceso, problema o cuestión se han multiplicado con incierto futuro o desconocido destino. Algo parecido ha ocurrido en la nómina de comentaristas, tertulianos o forjadores de la opinión pública que abarrotan platós, mesas de opinión y comodones butacones donde se repantingan ellas y ellos a la espera de vomitar su particular visión de la jugada. Pues eso mismo está ocurriendo en el mundo de las teles, en las que surgen como hongos nuevos rostros, nuevas caras que se incorporan al ejército de personajes de la comunicación que ya estudiará el profesor de la UPV Gotzon Toral en su análisis de asentamiento y crecimiento y poderío de tertulianos en las nuevas narrativas de teles y radios y que hoy constituyen fenómeno importante en el ejercicio de construir los relatos de cada tele o radio. Nuevas voces que van arrumbando a los viejos opinadores de periodistas que encontraron un chollo en la nómina de colaboradores bien pagados. Durará este fenómeno aún tiempo largo, pero los viejos carcamales que abandonarán los platos donde triunfaron antaño y hoy solo sacian la necesidad de opinión de sus fieles seguidores, cada uno marcado por color, tendencia e ideología sumisa al poder político, económico o social. En otro orden de cosas, apuntar que Primeros contactos sigue siendo un programa que funciona en el pórtico del prime time de Cuatro, unas veces con Sobera y otras sin él, en un ejercicio de auto presentación que encandila al personal, que asiste perplejo a un ejercicio de dignificación de lo friki. Lo que empezó como un subproducto de telebasura, se manifiesta hoy como una agradable pelea entre dos humanos por ligar y pillar cacho, cosa que no siempre se alcanza. El plató inicial se ha convertido en un restaurante de éxito en la capital y la sencillez y claridad del planteamiento lúdico arrastra a las audiencias satisfechas por este embate del amor/desamor.