la fórmula que emplea Pablo Motos para triunfar en los momentos calientes que anteceden al prime time de la tele se basa en acumular personajes en el plató a intensa velocidad de crucero y darle al programa El hormiguero una marcha acelerada que produce un ritmo agotador que el espectador agradece a su finalización. Esta acumulación de invitados y colaboradores más personal de atrezo sirve para darle vuelo al espacio con distintos formatos y secciones que ayudan a sobrellevar la empalagosa forma de presentar de la estrella mediática de Atresmedia. Cómicos de monólogo astracanesco, magos especialistas en cartomancia, físicos de salón protagonistas de experimentos varios y así una serie de actores con belleza oriental incluida. A todos los maneja Motos con soltura y proximidad enriqueciendo el programa en las primeras cuatro noche de la semanal batalla televisiva por la audiencia. En medio de esta marabunta de colaboradores, resalta de manera sobresaliente la belleza atlética y deslumbrante de Pilar Rubio, animal televisivo que nunca ha triunfado en los diversos cometidos encargados en su paso por las teles del mundo mundial. No se sabe por qué motivo o razón la muchacha sigue copando minutos de oro y sometiéndose a las duras pruebas, mitad circo, mitad teatro, que tiene que encarar noche tras noche, como si la cadena le debiera aquellos minutos mediáticos a los que según Andy Warhol tiene derecho todo ser humano, y más si se gana las lentejas con monerías frente a las cámaras. Es el destino de esta estrella errante de la tele que come ansiosa los minutos de primer plano que el rico Epulón-Motos desparrama por el plató-hormiguero. Es el destino fugaz de esta profesional, llamada a grandes retos televisivos cuando salió presurosa en sus primeras pruebas televisivas y que ahora mendiga migajas apresuradas.