Si uno sigue por la televisión la cantidad de concursos de talentos musicales que hay, se queda anonadado. El último, el estrenado el pasado viernes llamado Fantastic Duo en TVE 1 y presentado por Nuria Roca, todo un clásico televisivo a pesar de que es mucho más joven que Matías Prats o María Teresa Campos, que hoy son como los equivalentes a Matusalén en televisión. Si uno hace un repaso televisivo vemos que estamos repletos de programas donde se busca talentos musicales, especialmente cantantes. Programas en los que cualquier actuación es valorada por los jurados -ahora también los camuflan de coach- es calificada de excepcional. No hay más que ver las frases y carantoñas que les dedican a los concursantes Mónica Naranjo, Rosario Flores o David Bisbal. Lo cierto es que a pesar de tan abundancia de talentos, cada año el festival de Eurovisión es un fiasco. Al parecer los que manejan los hilos del negocio televisivo no saben tanto como parece. Si uno hiciera una media de la de horas que la televisión dedica a encontrar este tipo de talento entre nuevos cantantes está claro que lo que falla es el talento de los consagrados que eligen las nuevas hornadas de intérpretes. ¿Y todo para qué? Para que el día más importante musicalmente hablando según tienen señalado en la agenda de TVE, su representante haga tantos gallos que pasará a la historia del festival pero por su mala actuación. Yo creo que esos jurados que tanto alaban a los concursantes de estos programas musicales se lo tendrían que hacer mirar. En vez de sacar su espíritu crítico de verdad, lo que transmiten es que cualquiera vale. De aquellas decisiones de los jurados vinieron el pasado sábado aquellos ridículos gallos del cantante en Eurovisión.