hace 30 años si no se podía entrar durante unas horas en Twitter, Spotify o Pay Pal, no pasaba nada, seguías comiendo pipas en el sofá y, cuando no te gustaba lo que había en TVE-1, te levantabas y movías una rueda que tenía la televisión y ponías TVE-2, y si tampoco te gustaba pues la apagabas, y te ibas a tu cuarto o quién sabe si a la calle a jugar un rato con niños que les pasaba lo que a ti, que no les funcionaba ni Twitter ni Pay-Pal ni Spotify ni nada, básicamente porque no existía eso. El viernes dejaron de funcionar varias horas bastantes páginas web de compañías importantes, algunas de ocio, aunque, para mi gusto, siguieron funcionado demasiadas. Yo esto lo he pensado siempre: habría que instaurar un día en el que no funcionara nada, única y exclusivamente lo que es necesario por cuestiones sanitarias o de seguridad. Internet caído, las televisiones caídas, la radio caída, los periódicos sin salir. Un día es poco: una semana. El mundo civilizado debería pasar una semana mínimo al año obligado a no estar expuesto a ninguna clase de información más allá de la oral -con perdón- como en el 1600, con multas incluidas a quienes accediesen vete a saber cómo a móviles -habría que cortar las líneas- u otros artefactos que en los últimos 20 años no es que hayan entrado a formar parte de nuestras vidas, es que directamente viven la vida por nosotros. Una semana y a ver qué pasaba. Por supuesto habría suicidios y eso y gente a la que habría que darle metadona o similares pero creo que en general y en el fondo sería positivo o al menos algunos recordaríamos cómo se vivía en la prehistoria y los más jóvenes lo conocerían de primera mano. No tengo ni idea si saldría algo positivo personal o grupal de una experiencia así, pero no creo que perdiéramos nada especialmente importante. Ya hay día sin coches. ¿Por qué no una semana sin información? ¡Es mucho más tóxica!
- Multimedia
- Servicios
- Participación
