la realidad siempre es tozuda y al final supera las reticencias y oposiciones que siempre existen cuando se trata de cambiar el status quo y poner en marcha propuestas novedosas para responder de una manera ágil, rápida y consistente a las necesidades que, en este caso, tienen las empresas vascas para hacer frente a un entorno cada vez más globalizado con unos flujos de capitales cada vez más expansivos que se mueven con una libertad desconocida por el mundo a la búsqueda de la mejor rentabilidad.

En ese escenario Euskadi se ha convertido en los últimos meses en uno de los grandes focos de interés a donde se ha dirigido esa gran liquidez monetaria que se ha registrado en el mundo por el bajo precio del dinero, la caída del petróleo, la incertidumbre de China y el parón de los países emergentes al contar con empresas fuertemente competitivas, tecnológicamente bien posicionadas y muy internacionalizadas que se presentan muy atractivas a la hora de formalizar procesos de adquisición.

En los últimos meses hemos asistido a un rosario de venta de un importante número de empresas vascas a inversores extranjeros, cuyas causas van desde la necesidad de ganar tamaño y acometer nuevas inversiones por dificultades de financiación, la falta de relevo generacional en sociedades familiares o, simplemente, por hacerse con el control de la compañía de la que previamente eran socios o para eliminar competidores por el nicho que ocupaban en el mercado mundial.

La adquisición a comienzos del verano de dos joyas de la corona de las empresas vascas como son Gamesa e ITP, por Siemens y Rolls Royce, respectivamente, ha sido la última gota de un proceso que -de manera permanente desde hace algunos años-, ha tenido como consecuencia la deslocalización de los centros de decisión de importantes empresas vascas, sin que hubiera existido un cortafuegos a modo de fondo de inversión soberano o sociedad de capital riesgo potente que hubiera neutralizado los procesos de venta para garantizar el anclaje de las compañías en el territorio.

Mientras desde el mundo de la empresa se lleva insistiendo desde hace mucho tiempo en la puesta en marcha en Euskadi de instrumentos financieros propios para mantener los centros de decisión de nuestras compañías, evitar la descapitalización que todavía existe en algunos casos y ser elemento de atracción de capital para la inversión de nuevos proyectos empresariales en Euskadi, en diversos sectores de la administración pública han existido actitudes totalmente refractarias a la puesta en marcha de este tipo de iniciativas que, aunque pueden parecer novedosas en Euskadi, sin embargo son habituales en los países de nuestro entorno.

Frente a las propuestas tímidas que de manera pública se hicieron en la pasada primavera por parte del lehendakari Urkullu y la Diputación de Bizkaia para poner en marcha un fondo vasco de inversión desde la colaboración público-privada para financiar inversiones estratégicas en Euskadi, apoyándose en el caso de la institución foral en deducciones fiscales tanto en empresas como en particulares, parece que ahora podemos estar en vísperas de la constitución de un instrumento de estas características promovido desde la iniciativa privada y que cuenta, en principio, con capital extranjero y el apoyo de una entidad pública de carácter territorial y otra financiera vasca.

El impulso de este fondo de inversión vasco que puede materializarse en los próximos meses tiene su origen en un lobby que un grupo de importantes empresas vascas tractoras en sus respectivos sectores han formado tras la celebración del Smithsonian Folklife Festival que se celebró el pasado mes de junio en Washington, donde no solo pudieron comprobar la gran acogida que lo vasco tiene en Estados Unidos, sino las grandes posibilidades de negocio que ese país ofrece a nuestras compañías a partir del conocimiento que los estadounidenses empiezan a tener de nuestro potencial industrial. El hecho de contar con auténticos embajadores vascos en Estados Unidos como es el caso, entre otros, del congresista por el Estado de California, John Garamendi, y la encomiable labor que está realizando el delegado de Euskadi en ese país, Ander Caballero, va a generar a corto plazo importantes noticias para nuestras empresas en la principal economía del mundo.

Lo que sí parece claro es que el Gobierno Vasco que salga de las elecciones del próximo día 25 va a tener ya de partida encima de la mesa la constitución de este fondo de inversión para el desarrollo y crecimiento de nuestras empresas ante la imperiosa necesidad que existe. En este sentido, la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantxa Tapia, fue clara en una entrevista publicada hace unos días en NOTICIAS DE GIPUZKOA. “Necesitamos un instrumento financiero al que no le vamos a poner nombre, -fondo soberano, etc.-, que nos permita invertir parte del ahorro de Euskadi en esas empresas locales que son importantes y que necesitan del ahorro del país para seguir creciendo. Esta es una tarea pendiente y por ello hay que ponerse en marcha a la mayor brevedad posible. Los países referentes en los que nos fijamos sí tienen este tipo de instrumento”, dijo.

La importancia de mantener los centros de decisión de las grandes empresas de este país es vital para su desarrollo en todos los niveles no solo en lo que es la generación de riqueza y creación de empleo, sino también, y este es un aspecto fundamental, en lo que se refiere a la apuesta por la I+D+i y el avance tecnológico en un mundo cada vez más globalizado y competitivo.

Un caso paradigmático en este aspecto es el del Grupo Irizar que el próximo mes de enero inaugurará la planta de Aduna dedicada a la producción de autobuses eléctricos y, en un futuro, camiones movidos por esa energía, que ha supuesto una inversión de 75 millones de euros y que está previsto dé empleo a 300 y 500 personas, en función del crecimiento que vaya experimentando la nueva factoría.

Con ser ello muy importante, en lo que significa de arraigo y anclaje en el territorio de una empresa líder en su sector en el mundo, no lo es menos la apuesta tecnológica que desde hace ya varios años está realizando el Grupo Irizar por la electromovilidad adelantándose a un escenario en el que a corto-medio plazo todos los vehículos que circulen por el interior de las ciudades serán eléctricos, no solo los turismos, sino también los autobuses y los vehículos industriales.

Esa apuesta de futuro que hizo Irizar por la electromovilidad con el lanzamiento en 2014 del primer autobús eléctrico de Europa, cuya primera unidad todavía sigue circulando por las calles de Donostia y que está dando servicio en numerosas ciudades europeas, va a tener continuidad con la puesta en circulación, a partir del primer trimestre del próximo año, del primer autobús articulado eléctrico del mercado con tecnología 100% creada por la cooperativa y las empresas del grupo Irizar.

El prototipo de este vehículo, que en este momento está realizando diferentes pruebas en Tarragona, será puesto a disposición de Donostibus -la compañía de transporte urbano de Donostia que tiene en Irizar a su mejor aliado en su apuesta por la sostenibilidad y medio ambiente-, para dar servicio en la línea 28 (Amara-Hospitales) que es la que más viajeros transporta a diario.

La novedad de este vehículo no está solo en su composición articulada, sino en su gran autonomía y duración de recorrido, ya que no tendrá que parar para acumular energía, sino que a través de la instalación de pantógrafos en distintos puntos de la línea cargará de electricidad durante unos minutos para continuar su marcha. Estas estaciones de carga ofrecen muchas sinergias de mantenimiento con la incorporación de vehículos industriales eléctricos que pueden utilizar la misma tecnología cuando el servicio de autobuses no esté operativo, como, por ejemplo, en horario nocturno.

Un futuro el de la electromovilidad en nuestras ciudades que ya empieza a ser una prometedora realidad y donde Euskadi es un referente mundial en el sector del transporte colectivo en autobús, gracias a compañías como Irizar que, a pesar de su gran internacionalización con plantas en México, Brasil, Marruecos y Sudáfrica, mantiene su centro de decisión aquí con un fuerte compromiso por la inversión y el desarrollo de la I+D de sus productos en este país. Todo un ejemplo.