El ministro Soria pasará a la historia como mentiroso y mal comunicador. Digamos que, además de escamotear sus impuestos, ni siquiera se esforzó en dar una explicación coherente. ¡Qué poco han aprendido del viejo Borbón! A Juan Carlos le pillaron en el ajo: la cadera rota, cazando elefantes, su amante por allí como si tal cosa y yo qué sé cuántas excitantes aventuras más. Pues ahí apareció el hombre: “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Y luego ya saben; se jubiló y por ahí anda el hombre de sarao en sarao. No sé si paga o le invitan, pero lo mismo lo ven en el mejor restaurante de Nueva York que en el palco más VIP del Madrid una noche de Champions cualquiera contra el Barça. Pero no. A Soria primero lo pillaron en los papeles de Panamá y luego le han ido sacando paraísos fiscales como churros. Cualquiera podría pensar que ya que lo habían descubierto, algunos medios se acordaron de que en el baúl de los recuerdos tenían otras informaciones. Hay otros que también los han pillado con “infames cuentas” en Panamá como a Almodóvar. Y, además, justo cuando va a estrenar su última película. Después de varios días de silencio ha optado por hacer el Juancarlos y confirmar lo que ya es de dominio público. Parece como si Pedrooo se hubiera acordado de la frase que le escribió a la fallecida Chus Lampreave en el filme Mujeres al borde de un ataque de nervios. “Yo soy testiga de Jehová y mi religión me impide mentir. Ya me gustaría a mí mentir, pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos”. Pues así es, ministro Soria: que su trabajo le debería haber impedido mentir y su trabajo le debería haber impedido tener cuentas opacas en paraísos fiscales. Pero va a ser que la mentira y la hipocresía son armas que se creen con derecho para lanzar a la ciudadanía. Pero es como si tuvieran la experiencia de que mintiendo, ha habido muchos que siguen gobernando como si nada. Que es lo que me temo, Chus.