se ha montado un buen lío a cuenta de la distribución de los escaños parlamentarios entre los distintos grupos resultantes de las elecciones del 20-D. Airadas protestas protagonizadas por los elegidos de Podemos, que se han sentido relegados y ninguneados por la mayoría que les ha asignado escaños en lo que se considera zona gallinero a semejanza de arquitectura teatral.
Esta pataleta, cabreo y mala uva de la nueva izquierda emergente se ha justificado por parte de los afectados como pérdida de visibilidad mediática y ya se sabe que en estas cuestiones, los de Pablo son auténticos linces que olfatean la oportunidad y presencia de medios o redes con gran conocimiento de tales cuestiones.
En lo de manejar tele e internet, Podemos adelanta un buen tranco a las demás formaciones y de ahí la protesta y enfado porque les han colocado en un terreno fuera del tiro de cámara y consecuente pérdida de presencia mediática, tan necesaria en la cocina de la política coetánea.
La formación creada a los pechos de platós de tele y tertulias en medios sabe de la importancia de tener una buena cuota de pantalla y para ello tiene que estar colocada en zona caliente de la bancada del Congreso de los diputados y en esa batalla andan en este torticero comienzo de la undécima legislatura, que se engancha en cuestiones menores, sin resolver lo principal de la coalición mayoritaria.
Pablo Iglesias y sus electos ya demostraron con el niño de la diputada que hay que saber manejar los medios para tener resultados, influencia y presencia social y lo de la colocación en el hemiciclo tiene que ver con aldea global, presencia mediática y características televisivas de un vetusto edificio construido sin la existencia de la tele. Ese es el quid de la cuestión de la bronca. ¡Que me tienen que ver en la tele, un buen rato casi todos los día! Así de claro.