la situación de inestabilidad política y una más que complicada gobernabilidad en la que ha entrado el Estado por la gran atomización del voto que se ha producido en las recientes elecciones al Parlamento español, a la que hay que añadir el inicio del proceso de desconexión de Catalunya con el previsible apoyo de la CUP a la investidura de Artur Mas como presidente de la Generalitat, coloca a Euskadi en un lugar muy ventajoso y competitivo en el desarrollo de su economía.

La gran estabilidad política y la seguridad jurídica que en un escenario de recuperación económica está ofreciendo Euskadi constituyen unas excelentes oportunidades competitivas para profundizar en un modelo económico más eficiente en donde la industria debe de seguir siendo la base de su desarrollo lo que le va a permitir contar con un empleo de mayor cualificación y, por lo tanto, más estable. El hecho de que Euskadi haya registrado la tasa de paro más baja del Estado con gran diferencia respecto a la media estatal a lo largo de toda la crisis pone de relieve lo acertado de esa apuesta histórica por el modelo industrial.

Las recientes previsiones de la patronal Confebask de un aumento del 2,6% del PIB y la creación de 18.000 nuevos empleos en términos de afiliación a la Seguridad Social, lo que confirma una senda de tres años de crecimiento tras la gran recesión, una décima menos que la subida que se contempla en el Estado, pone de relieve la fortaleza de la economía vasca que pivotará sobre los incrementos de los servicios y de la industria con un 2,8% y un 2,5%, respectivamente.

Este escenario sustentado en lo político por un partido como el PNV que está al frente de las principales instituciones del país en donde mantiene un pacto de estabilidad con el PSE comienza a dar sus frutos en lo que se refiere no solo a la inversión extranjera, sino también a las iniciativas de las propias empresas vascas. El hecho de que, por primera vez en la historia reciente Euskadi no haya formado parte de los temas de debate de las últimas elecciones generales, una vez desaparecida la violencia de ETA, tiene mucho que ver con esa situación de estabilidad política de la que en este momento goza Euskadi y que se ha visto compensada con el aumento de la representación en un diputado de los jeltzales en el Congreso de Madrid.

La recuperación de la confianza en el exterior de Euskadi, que sigue ocupando los puestos segundo y tercero de renta per capita con 29.277 euros por habitante en el caso de la CAV y 27.709 en Navarra, respectivamente, según los últimos datos del INE, se ha ido produciendo de manera paulatina en los dos últimos años. De cada 100 euros de inversión extranjera que llegaron al Estado en 2013, nada menos que 6,8 se dirigieron a Euskadi, lo que se corresponde más o menos con la tasa que la economía vasca tiene en el conjunto estatal. Sin embargo, a falta de conocer el balance de 2015, la proporción aumentó a 8 de 100 en 2014, lo que evidencia la gran atracción que tiene Euskadi por parte de los inversores de fuera de nuestras fronteras, si tenemos en cuenta de que en 2012 solo recibió el 2,9% del capital exterior que llegaba al Estado.

En términos cuantitativos durante el año pasado Euskadi recibió 1.400 millones de euros, siendo la tercera cifra más importante en inversión extranjera por detrás de los 8.723 millones de Madrid y los 2.968 captados por Catalunya, que está notando un descenso en este capítulo en los últimos años como consecuencia de la apuesta por el proceso de independencia.

La contraposición del modelo vasco, más centrado en tratar de consolidar la recuperación económica y resolver la situación de paro para sentar las bases en las que se asiente la economía de este país en los próximos cinco o diez años para plantear nuevamente, desde una posición de gran solidez, los derechos colectivos de los ciudadanos vascos, con el liderado por Artur Mas en plena crisis económica se presenta como un factor de competitividad a la hora de la atracción de inversores y de la puesta en marcha de nuevos proyectos empresariales.

Una buena prueba de ello es que empresarios de Estados Unidos están realizando inversiones en empresas vascas motivados por el alto grado de conocimiento que disponen en sectores concretos por encima de sus competidores estadounidenses y europeos y las grandes posibilidades de desarrollo que tienen para conformar grupos lideres en esas actividades a nivel mundial. Es tal el potencial que tienen nuestras empresas que muchas veces tienen que venir de fuera para comprobar las grandes posibilidades de desarrollo que tienen.

Atrás quedaron los años de la utilización perversa que el exhonorable Jordi Pujol hizo de la existencia de la violencia en Euskadi para derivar inversiones industriales a Catalunya o proyectar en el exterior la pretendida imagen de que los vascos éramos unos díscolos y, poco menos, que el origen de todos los problemas por los que el Estado no podía avanzar en la vía de la modernización en la que por aquellas fechas estaba empeñado como elemento importante de statu quo del momento.

Pujol, que se envolvió en la bandera catalana para montar con su familia toda una estructura de corrupción y de tráfico de influencias, tuvo un comportamiento totalmente desleal para con los vascos al dibujar una realidad vasca en el exterior que pretendía evitar cualquier aproximación de inversores extranjeros en Euskadi en unos momentos como fueron los años de la crisis de los 90, en los que el Gobierno Vasco trataba de captar capital foráneo para regenerar el tejido industrial del país a través de la implantación de nuevas empresas.

Afortunadamente la realidad ha cambiado radicalmente y Euskadi pudo remontar de manera positiva esa situación en una especie de regeneración de la industria con la apuesta por la implantación de nuevos sectores totalmente desconocidos en el país como el aeronáutico o el de las energías renovables que hoy están perfectamente consolidados hasta el punto de haberse convertido en referencia mundial, junto con la apuesta por la innovación y el desarrollo más competitivo de actividades maduras como las de automoción o máquina-herramienta.

Por otra parte, en el sector financiero en Catalunya radica la primera entidad del Estado como es Caixabank sin embargo, Euskadi con Kutxabank cuenta con la más solvente del sistema financiero español en opinión del Banco Central Europeo (BCE), ya que en la última evaluación del pasado mes de septiembre el banco de las cajas vascas disponía del 14,13% del capital mínimo de máxima calidad que exige la entidad europea, lo que significa un exceso de 5,08% frente al 9,05% requerido. En el caso de Caixabank, que ocupa el tercer lugar en el ranking, el capital real supone el 12,80% frente a una exigencia del 9,31%, lo que supone un diferencial favorable del 3,49%.

Llegados a este momento quien iba a decir que el otrora alabado seny, una palabra catalana que evoca la sensatez y la ponderación, iba a abandonar su territorio de origen para residenciarse en lo que no hace muchos años era el irredento Euskadi. Seguro que en este cambio ha tenido mucho que ver la desaparición de la violencia y la inutilidad que ha significado la actividad terrorista de ETA durante cerca de 50 años al permitir aflorar las grandes potencialidades y la capacidad de emprendimiento que a todos los niveles tienen este país.

Ese seny vasco debe servir también para que en esa coyuntura en donde España se presenta como una jaula de grillos, en donde los puentes de diálogo llevan mucho tiempo inexistentes y con unos partidos que están más en la defensa de sus posiciones partidistas que de las ciudadanas en general, algunos incluso forzando desde el mismo día del resultado electoral la celebración de elecciones anticipadas, desde Euskadi se deba mirar con mayor diligencia al norte y situar a Bruselas como el principal interlocutor a la hora de defender nuestros intereses. La estabilidad política y la cohesión social existentes, el crecimiento de nuestra economía, el peso de la industria, el nivel de renta per capita, etc. son los mejores avales para esta nueva estrategia.