Estos van a ir a peor
ya venimos tomando nota en los últimos tiempos del deslizamiento precipitado del gobierno que sostiene el PP hacia la regresión en todos los ámbitos. Cierto que el autoritarismo, el conservadurismo, la intransigencia, el clientelismo y la expoliación siempre han estado en el ADN de la derecha española, y en todo ello han campado a sus anchas siempre que han podido, hasta el éxtasis proporcionado por su mayoría absoluta.
Pero ocurre ahora que al Gobierno y a su partido les ha sacudido el escalofrío ante un tiempo electoral al que han entrado con el pie cambiado de sus propias corrupciones, su lógico desgaste de gobierno y su impopularidad por haber dejado el país hecho unos zorros. Añádase el escándalo permanente del desfile de altos cargos corruptos de cuyas tetas han mamado las arcas del partido. Presuntamente, por supuesto.
En esta patética situación se han dado de bruces con la irrupción de nuevas fuerzas políticas cuyo futuro, aún incierto, ha sido magnificado por las encuestas pero pende como gota malaya sobre la estabilidad de su actual poder casi omnímodo. Súmese a esta amenaza electoral el pánico de la fuga de votos por su derecha más extrema, simbolizada en este momento por la desafección de uno de los pilares de su estrategia electoral, la AVT, que ha cometido el desaire de montarle al Gobierno de Rajoy una manifestación por cobarde, traidor y pusilánime.
La aprobación de los estatutos de Sortu, la aceptación -más o menos- de la normativa europea sobre la doctrina Parot, la excarcelación del difunto Uribetxebarria para que muriera en paz entre los suyos, las vacilaciones iniciales de la Audiencia Nacional respecto a la también normativa europea de computar el cumplimiento de las penas, el devastador “desafío soberanista” catalán y el interminable desfile de corruptos de la casa, han provocado las iras más furibundas de la hidra que el PP creó y le ha colocado en una huida a la desesperada a la búsqueda de la contención de votos.
Para apuntalar esa resistencia numantina, el Gobierno del PP no va a reparar en gastos. La previsible sangría hay que taponarla desde varios frentes muy elementales. En positivo, aferrándose a datos macroeconómicos que puedan travestirse en indicativos de mejoría, por supuesto sin ratificar. En negativo, o sea, a la defensiva, volviendo a las fórmulas clásicas del PP como único paladín contra el terrorismo, recurso manido que en otros tiempos llenó de votos las urnas del Ebro para abajo. Y como la inmundicia de sus corruptos puede desestabilizar también su imagen electoral, extiéndase sobre ella un tupido velo.
Y cuando se dice que el Gobierno no va a reparar en gastos, entiéndanse las fórmulas más abyectas en democracia como las presiones al poder judicial, la intimidación a los ciudadanos o la luz de gas que difumina la corrupción. En su empeño por evitar la fuga de los que siempre venían reclamando aquello de “que se pudran en la cárcel”, se les aplaca modificando el Código Penal e implantando la cadena perpetua.
De esta estrategia gubernamental a la defensiva ciega, corresponde a Euskadi apechugar con la ya conocida -tristemente conocida y padecida- tesis de “todo es ETA” que lo mismo se lleva por delante la libertad y la imagen pública de una docena de abogados que intimida a los jueces para que asuman el ridículo ante Europa, mientras escampa.
Esta injerencia del Ejecutivo sobre el poder judicial ha tenido su penúltimo episodio en el nuevo encarcelamiento de Santiago Arrozpide. Conocí al juez Fernando Andreu en su etapa profesional en la Audiencia de Donostia, y doy fe de su profesionalidad, su independencia y su coraje a la hora de investigar oscuras actividades de agentes policiales. Fuertes, muy fuertes han tenido que ser las presiones soportadas, para desempolvar una supuesta implicación de Arrozpide en atentados sucedidos hace más de 30 años y volverle a encerrar tras 45 días de libertad decretada por sus compañeros de la Audiencia Nacional, a quienes el PP acusa sin despeinarse de prevaricación en favor de los terroristas.
Dejemos atrás cualquier esperanza. Sobrepasadas ya todas las líneas rojas, el Gobierno del PP va a ir a saco y me temo que buena parte de sus zarpazos van a caer sobre Euskal Herria y, en concreto, sobre el sector social que ese partido y sus apéndices mediáticos han considerado y consideran “el mundo de ETA”. Dan por perdida cualquier opción para los populares vascos, así que no van a tener en cuenta lo que les pueda acarrear de impopularidad y si hay que arrasar, se arrasa.
Y como en defensa de sus intereses electorales tienen que darse prisa y minimizar riesgos, si hay que facilitar a Bárcenas la puesta en libertad, se le abren las puertas de la cárcel. Por supuesto, a cambio de un silencio pactado.
Van desbocados, así que ya podemos estar preparados para la que va a caer.