Síguenos en redes sociales:

El cuarto poder

en las escuelas norteamericanas de periodismo se enseña a los futuros periodistas y reporteros que la prensa es el cuarto poder que complementa los tradicionales del Estado, legislativo, ejecutivo y judicial, con lo que otorgan a los medios un papel fiscalizador y crítico de las actuaciones sociales, especialmente de las cuestiones políticas relacionadas con el poder.

Solo así es posible entender y explicar la actuación de un periódico, el Washington Post, y un director, Ben Bradlee, capaces de bandear el ataque al Partido Republicano y al máximo mandatario norteamericano, Richard Nixon, desvelando los manejos de espionaje en la sede electoral del Watergate Hotel, que acabó con la vida política del One y demostró el poder, papel e influencia de la prensa en aquellos momentos en los que una gran editora Katharine Graham tragó sapos y culebras, aguantó carros y carretas en pro del papel independiente y libre de un periódico frente a la Administración más poderosa del mundo. La paciente, concienzuda y sistemática investigación de dos periodistas de su redacción, Woodward y Bernstein, que publicaron 400 noticias sobre el caso, y solamente erraron en una, fue apoyada, protegida y defendida por el director recientemente fallecido y que pone punto final a un capítulo importante de la historia del periodismo contemporáneo. Cuentan que decía Ben Bradlee que la sustancia del periodismo era la búsqueda de la verdad y la necesidad de contarla; y añadía que nos hacíamos periodistas por la misión de enderezar las cosas torcidas y solucionar los problemas que la actualidad presenta en la mesa de redacción cada mañana. Descanse en paz quien mejor entendió de momento, el concepto americano de libertad de información y control de los aparatos del poder y que supo colocar a su periódico en lo más alto de las empresas mediáticas en Estados Unidos.