Se dice que detrás del apagón está la decisión del Gobierno de apoyar a los canales de pago. De momento no queda claro a dónde ha ido a parar los espectadores de los canales cerrados. Unos parece que se quedan en la casa y otros que han emprendido un vuelo hacia otras latitudes. Los datos iniciales dicen que todas las cadenas suben. Y más teniendo en cuenta que estamos hablando que han cerrado los canales donde habitualmente estaban más del 6% de la audiencia. Ahora esa desbandada hace que unos apuesten por no salir de los cotos de la televisión de pago (por cierto en todo esto ¿tendrá algo que ver que Telefónica haya comprado Canal+ al grupo Prisa?).
Lo cierto es que ha habido movimiento de espectadores pero la oferta televisiva poco ha cambiado. Sobre todo porque lo que se venía emitiendo mayormente eran programas de relleno. Los programas con tirón han encontrado acomodo en el resto de canales que los grandes grupos poseen. También es cierto que unos como Mediaset poseen más que otros como Atresmedia. Se concentra el panorama y se reduce un poco el número de aspirantes a repartirse el queso de la audiencia. Sí, porque el reparto del otro queso de la publicidad es otra cuestión. Y va a cambiar. Sobre todo porque según varios analistas, RTVE está al borde de la banca rota. Las cuentas no salen. El ente tiene un presupuesto anual de 1.000 millones y en 2014 apenas ingresará 800. Esa hosca de 200 millones pasará a engrosar la de años anteriores. Claro, muchos ven como única salida con cierta viabilidad que el Estado, como siempre, pague las deuda y que vuelta a vender la publicidad. Una espada que pende, por supuesto, del resto de cadenas privadas. Y eso que todavía se está a la espera de que el Supremo eche el cierre a otros ocho canales. La incertidumbre sobrevuela el panorama televisivo y la compra de Canal+ por Telefónica, hay que decirlo, no es ninguna casualidad.