el pueblo acuñó la expresión Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, o lo que es lo mismo, por mucho que toques lo accidental, nada cambia de verdad si no se cambia lo fundamental y algo parecido le ocurre a la mítica serie Hawai 5.0, en una nueva recreación de un programa de los tiempos de la tele en blanco y negro y el monocanal monopolio. Un remake que pretende modernizarse a base de fotografiar al estilo C.S.I. Miami/Las Vegas, con transiciones veloces, llenas de luz y excelentes tomas pero que no pueden mejorar lo inmejorable, es decir un guion escaso y casposillo con interpretaciones que dejan mucho que desear a la hora de construir personajes reales de carne y hueso, con trayectoria y verdad diciendo el texto y manejando las acciones que los guionistas arman con simpleza y escasa energía. Ponerle estética contemporánea a argumentos e historias de escaso gancho y manidas hasta la saciedad no se salva con bellas tomas del litoral hawaiano en plan campaña publicitaria para atraer turistas del mundo entero. La investigación criminal como hilo del argumento repite en las tardes de Cuatro comisaría, playas, hoteles de lujo, poderosos y refulgentes coches y escenas de lujuriosa selva con imperturbable continuidad de una producción de crímenes y acción persecutoria. Historias de marines, asesinatos de seals (la unidad que acabó con Bin Laden) y otras contingencias ocupan a los policías-investigadores. Bajo el banderín de enganche "los malos siempre pierden", la teleserie maneja inocentemente el libreto que satisface las necesidades elementales del espectador con pequeña sorpresa incluida para animar pantalla. Personajes elementales al borde del estereotipo acuden a la cita con acartonada pose y escasa convicción interpretativa. Igual de descoloridos que sus antepasados.