la Fundación Rugby sin Fronteras está promoviendo una campaña de respeto durante este año 2013.
El respeto -al adversario y al árbitro-, es uno de los valores esenciales del juego que muchos tenemos la sensación de que se está perdiendo -futbolizando, si se me permite esta expresión-, con la consolidación del profesionalismo entre los equipos y los jugadores y la creciente afluencia de meros espectadores a los estadios de rugby.
Estos espectadores que vienen educados de otros espectáculos deportivos en que el espectador participa agrediendo de todas las formas posibles al equipo adversario, sus seguidores y al árbitro -incluso aunque no haya partido concreto, como se ha constatado en la visita de cortesía que seguidores de un histórico club vasco hicieron recientemente a Donostia-.
El espectador en el rugby debe participar desde el respeto tanto a quien nos honra con su mejor juego para vencer a nuestro equipo como a quienes dirigen, porque también aman este deporte, el encuentro. Apoyar unos colores no exige odiar otros.
Esta Organización No Gubernamental argentina nació en el año 2009 y se presentó al mundo con un desembarco de amistad en las Islas Malvinas -que ya han repetido-, para jugar a rugby con esos irreductibles británicos que viven por aquellos peñones perdidos, luego ha llevado su mensaje a Palestina e Israel, como ha sido difundido por los medios de comunicación.
Ahora pretende que los valores presentes en el rugby trasciendan realmente a la sociedad argentina, convulsa y confusa como nuestra propia sociedad, en vez de que la pérdida de valores sociales se imponga también en nuestro deporte.
Aquí y ahora, sin ser utopistas, es bueno que todos sigamos manteniendo un rugby sin gamboínos contra oñacinos u otros banderizos, como legado para nuestros sucesores.