Kheshap es un héroe. Su nombre viene incluido en la definición de héroe que tiene El Maestro: héroe es aquel que comprende la responsabilidad que conlleva su libertad. Olvidémonos de ciclistas que pedalean bajo la nieve, de atletas olímpicos, de himalayistas excepcionales, de músicos, incluso de quien soporta el dolor que los demás no soportamos. Un héroe es aquel que sabe que es libre y opta por no serlo a la manera tradicional, porque tiene una responsabilidad que hay que ser un héroe para aceptar. Kheshap Sherpa hizo cima en el Dhaulagiri el jueves por la mañana, con sus compañeros y tal vez líderes Juanjo Garra y Lolo González. Garra sufrió un accidente y no pudo bajar más que hasta 8.000 o 7.900 metros. Lolo y Kheshap bajaron hasta 7.300 para avisar de lo que ocurría. Estamos hablando de distancias siderales a alturas siderales. En ese momento, en el momento en el que entró en el calor de la tienda del campo 3 a 7.300 metros, en el instante en el que aunque tal vez se lo dijeran él lo aceptó, Kheshap Serpa se convirtió en un héroe. Para siempre. Salió de la tienda y subió hacia arriba a pasar la noche con Juanjo Garra, a la intemperie, en mitad de la séptima montaña más alta del mundo. Ha pasado con él la noche del jueves, la del viernes a unos 7.700 metros ya que lograron bajar algo a rastras y la de ayer sábado a la misma altura. Tres noches y tres días pegado a un ser humano que no se puede mover por sí mismo, mientras él sí puede. Y con la única compañía del frío brutal y las noticias de que cerca de ellos ayer ya andaban tres sherpas transportados en helicóptero hasta 6.300 metros y de que hoy puede que lleguen hasta allá varios excepcionales escaladores españoles si el clima les deja ir del Everest al Dhaulagiri. Ese tío es un héroe, joder. Te quedas mudo.