el argumento del diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano, para negarse a elaborar un plan foral contra la crisis es todo un ejemplo de despropósito político: "Esos planes no sirven para nada". Es todo lo que se le ocurrió decir, o lo que le dijeron que dijera. Y rizando el rizo del disparate, proclamó que "el modelo está agotado". Se refería, claro, al modelo de sociedad para el que los equipos anteriores en el gobierno de la Diputación guipuzcoana habían elaborado planes de impulso económico para inserción laboral, apoyo a empresas, inversiones en infraestructuras, ciencia, tecnología e investigación. Todo eso, según Garitano, no vale para nada. Tan para nada, que hace sólo dos años ese territorio estaba a la cabeza del desarrollo en el Estado y a la altura de los países más avanzados de la UE.

La situación es patética. La profundidad de la crisis económica, financiera y laboral requiere una urgente toma de decisiones por parte de quienes gestionan las instituciones, pero el equipo de gobierno de la Diputación guipuzcoana no tiene ni idea de por dónde empezar. Lo único que tienen claro, es que ellos no están dispuestos a mantener los mismos criterios para salvar la crisis que los que mantenían los equipos anteriores. Ni hablar. Ellos, que gobiernan en minoría, han decidido que el modelo está agotado. Un modelo "salvaje", dijo Garitano, que al parecer ha convertido a Gipuzkoa en el infierno del neoliberalismo y la opresión capitalista. Un modelo estéril, que no reclama imperiosamente la independencia, que chapotea en las plácidas aguas estatutarias amarrado a un Concierto Económico inservible del que hay que renegar como de la peste.

Y como los gestores de Bildu no están dispuestos a continuar con ese modelo, han decidido no hacer nada. "Quieto parau", es la consigna, hasta que escampe. No hacer nada, sencillamente porque no saben qué hacer, porque no tienen ni idea de cómo afrontar el tránsito del actual modelo al que supuestamente la izquierda abertzale pretende llegar. Porque todavía no tienen la mayoría suficiente para imponer, como suena, imponer, el modelo de sociedad que mantienen en sus principios ideológicos estratégicos.

Quizá todavía no se atrevan a decir públicamente lo que debaten en sus documentos internos, que su modelo de sociedad, frente a la hegemonía del imperialismo capitalista, lo están buscando en el ALBA, esa Alianza Bolivariana implantada en Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador o Nicaragua con el dudoso sentido que sus dirigentes otorgan a las libertades democráticas. Miran también como ejemplos los procesos emergentes de los BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con el también dudoso sentido que en esos países se otorgan a las libertades sindicales y a los derechos laborales.

Y si ese es el QUÉ, el modelo que debe sustituir al "agotado" actual, queda por saber el CÓMO pretende Bildu implantar ese modelo que según doctrina tradicional de la izquierda abertzale supone la prioridad del sector público sobre el privado, una política fiscal progresiva, la propiedad pública de los sectores económicos estratégicos, un sistema financiero no especulativo, una democracia asamblearia y la aceptación de la lucha de clases como motor del cambio social. Nada menos. El papel lo aguanta todo, pero hay que dar trigo. El problema es que, en una sociedad de alto nivel de desarrollo y aceptable nivel de vida general como la guipuzcoana, no tienen ninguna hoja de ruta para cambiar el modelo hacia ese Estado Socialista que propugnan. Ni Martín Garitano, ni sus asesores, ni su equipo de Gobierno, ni los dirigentes más eximios de la izquierda abertzale han elaborado un plan coherente y posible para ese tránsito, más allá de la imposición del "puerta a puerta" donde han podido implantarlo en su épica misión de cambiar los hábitos de consumo de los ciudadanos, que es otra de sus aspiraciones. De lo que no cabe duda es que para instaurar ese nuevo modelo pretendido sería necesaria una actuación clara, viable y efectiva, mientras que quedarse en la mera denuncia del modelo que consideran agotado viene a equipararse a la total inoperancia.

Conocido el qué y desconocido el cómo, queda en el aire el CUÁNDO piensan Garitano y su equipo foral implantar ese nuevo modelo que será el bueno, el que no está agotado. Porque mientras llega ese feliz advenimiento, hay que gestionar lo que hay y además con celeridad porque en Gipuzkoa el número de parados sigue ascendiendo y aumenta el número de empresas que cierran por falta de recursos. Paralizarlo todo no es la solución, sino el desastre. Recurrir a lo de que paguen más los que más tienen, o anunciar un nuevo impuesto para las grandes fortunas, como se ha podido comprobar, no es solución y va poco más allá de la demagogia. Hay que actuar, ya sea siguiendo el modelo que dicen agotado, ya implantando progresivamente uno nuevo. Pero ya. Para mañana es tarde.