Creo que deberían cerrar las fronteras, subir las cremalleras hasta arriba y tirar las llaves de los candados al mar. Si alguien intenta entrar se le pegan dos tiros en la cabeza y la próxima vez ya se lo pensará mejor. Luego nos iríamos todos y todas a algún hospital -privado, porque públicos no quedarán- y nos esterilizamos. Esto a la Iglesia igual le molesta pero a mí me molesta a veces la rodilla izquierda y me aguanto. Desconozco la tasa de mortalidad de España, pero calculo que para el 2062 ya estábamos solo la mitad y para el 2112 o por ahí no quedaría un solo español o española dando la brasa, rescatando bancos, hablando de una pitada en un partido de fútbol, viendo Eurovisión y yendo a comprarse el kit entero de ropa choni Gran Hermano. Esto es algo que deberíamos hacer si realmente somos buenos patriotas: extinguirnos. No es una tragedia, somos gente dura y estoica: si hemos aguantado a José Luis Perales, Mecano y ahora la invasión de bachata, merengue y ballenatos podemos con todo. Los cadáveres los podríamos apilar en los Monegros y de vez en cuando hacemos una costillada. Llegaría la cola para pillar costilla gratis hasta Huelva. Tampoco pasa nada: nos vamos de procesión. Evidentemente, conforme quedaran menos personas sobrarían casas, adosados que se saltan la ley de costas, VPO concedidas a ricos, escuelas, bares, tiendas, polígonos industriales, ejemplares atrasados del Pronto. Todo eso que lo recoja la hermana del rey para el mercadillo de Nuevo Futuro. Y lo que saque que se lo meta al rey en una cuenta en Suiza. El rey que sea el último que quede, permanentemente informado, ahí, subido en el Pirulí, con su escopeta de caza. Y que suene su último disparo. Luego que vengan bien de húngaras, sale Arzallus de su cueva y que sea lo que Dios quiera.