En la intimidad
es habitual ver príncipes y princesas acercarse a la tele para pasar una jornada en el medio. El otro día, Carlos de Inglaterra apareció en la BBC anunciando un tiempo "fresco, húmedo y con mucho viento" en Escocia. Podría tratarse de una simple predicción meteorológica ¿o quizás se trataba de un vaticinio por si los escoceses acaban votando por la independencia? Vaya usted a saber. En el caso de las casas reales, los dobles juegos en televisión dan para mucho o para poco. Depende del interés. Y pocas razones parecen tener ahora Juan Carlos y Sofía para celebrar sus bodas de oro a juzgar por su total ausencia televisiva de ayer, donde los guiños habituales de recepciones y corretear de infantes e infantas brillaron por su ausencia.
Los que brillan con luz propia son los nombramientos a dedo de Rajoy. Después de agotarse buscando entre los prejubilados al presidente de Bankia, ahora parece que finalmente se ha decidido a parir el próximo presidente de RTVE. Un parto asistido, ya que según publican algunos confidenciales el próximo jefazo será Luis Blasco, al que se le recuerda de Antena 3 en los tiempos de José María Aznar. En fin, ¡qué escalofríos! ¡Qué recuerdos imborrables de aquellos informativos! El problema es que Blasco lo único que pide es que le apañen un poco el sueldo. Con la que está cayendo, el nombramiento de esta serie de cargos nominativos potestad de Rajoy es una tomadura de pelo. Tras el arranque del curso del 15-M que vimos en la madrugada del sábado, propongo un aplauso silencioso para el primer ejecutivo de este tipo que una vez elegido para el cargo público pida un sueldo que a le gente le parezca correcto. Eso sería todo un detalle y posiblemente todo un ejemplo de verdad. No como esos que hacen las bodas de oro y dicen que las van a celebrar en la intimidad.