LA veterana periodista Soledad Gallego-Díaz acaba de pronunciar una conferencia y dictar un artículo magistral sobre este momento crítico del ejercicio del periodismo, crítico porque ya nada será como antes y todo deberá renovarse para encontrar un nicho en el exigente universo de la clientela, sea lectora, oyente, televidente o navegante. Aboga por recuperar la esencia del trabajo periodístico que no es otra que la búsqueda de la verdad de las historias contadas más allá de la objetividad, imparcialidad, independencia y zarandajas varias que se cuelan en los discursos teóricos sobre el asunto. El profesional de la información, que no de la opinión, noticias no contrastadas o fuentes contaminadas, debe de contar historias verídicas, escritas pensando en el interés del lector, del cliente que paga cada día en el kiosco y no estar al servicio de manejos mediáticos, políticos o empresariales. Escribe Gallego-Díaz que el descrédito de la profesión está ligado al del sistema democrático, roído por corrupción, partitocracia y conductas irregulares poco ejemplares. La necesaria libertad para el ejercicio periodístico y simultáneamente para el desarrollo del modelo democrático se achica cada vez más y la opinión pública descubre más puntos de connivencia y maridaje entre empresas de comunicación, periodistas y estrategias políticas a espaldas de la ciudadanía. Es el momento de regenerar los modelos de comportamiento, colaboración y coexistencia entre ambos mundos, necesarios para devolver la importancia social a los medios. El periodista busca hechos a base de preguntar con oficio y técnica proclama Gallego-Díaz en ejemplar resumen de la esencia de una profesión que hay que saber llevar con entereza y norte claro, y más en los momentos tumultuosos que vivimos cada amanecer. Lo demás es propaganda y ruido.