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Cese de negocio

En la actividad mercantil un negocio cesa cuando los ingresos son menos que los gastos y no hay beneficio. Algo parecido ha ocurrido con el programa agitador y telebasurero que lleva nombre de barraca. A la muchachada vociferante y ramplona les ha abandonado el desodorante y su continuidad en la parrilla huele a chamusquina salvo que Vasile quiera convertirse en Numancia catódica y digital e inmolarse en aras de la libertad de expresión que ellos mancillan cuando se convierten en trileros de contenidos que pagan, manipulan, colorean para construir una narración indigna e indignante, comprando entrevistas, articulando guiones escandaloso, regodeándose en momentos delicados para la dignidad de las personas. Internet y sus posibilidades de movilización y creación de estados de opinión es un campo casi virgen para los estudiosos que en el caso presente ha conducido a la suspensión de la publicidad por desacuerdo con el programa que generará un crítica situación económica para la pervivencia del mismo. Esta rebelión de las marcas anunciantes es novedoso fenómeno que obligará a los directivos a revisar contenidos, dinámicas, comportamientos éticos que hasta el momento se saltaban a la torera con esa sonrisa hipócrita del presentador que se cree objeto de una campaña de acoso y derribo y llama a las barricadas para defender la sacrosanta libertad de información, que tampoco es tan santa ni tan sagrada porque no permite la irresponsabilidad del todo vale que acarrea desmanes de emisores y rechazos contundentes de receptores. Ha sido un refrescante aviso para navegantes y hacedores de un producto televisivo, trufado de ruido y alharaca y que de seguir así conducirá al cese del negocio. Los del italiano destronado no perdonan la tela y la sabatina giradora se ha quedado sin ella.