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A trompadas

La cadena televisiva especializada en producir los mayores volúmenes de detritus televisivos programa en las noches del sábado un espacio polimorfo que sube y baja de temas, niveles e interés a ritmo frenético. Explotadora de la fórmula de mesas de debate encendido y escandaloso, donde lo que importa es el grito y no la argumentación ni el traslado sereno de información a la audiencia para que forme opinión. En esta italiana casa intentan hacer realidad el dicho, la letra con sangre entra, que traducido al lenguaje televisivo es grita, gesticula, avasalla que así te impondrás a los demás y defenderás tu credo, ideología o posición sobre variados asuntos de actualidad. La última muestra de este quehacer basurero y descalificante la protagonizaron las reinonas de la noche, María Antonia Iglesias y Celia Villalobos, que se enzarzaron en pelea campal de trompazos verbales que ofrecieron a la nocturna audiencia como modo ejemplar de conducirse en una discusión rigurosa de democrática compostura. Expresiones como "es mentira", "eso lo dirás tú", "déjame en paz", mostraron una falta total de educación de quienes están llamadas a un ejercicio de responsabilidad al salir por la tele, mediático instrumento que baña a los ciudadanos por igual, día a día. Una experimentada periodista socialista y una brava política andaluza convirtieron sus intervenciones en pelea callejera de la peor ralea, en unas escenas hechas más para escándalo que ejemplo cívico. Es el modelo de debate en una televisión que busca circo, amarillismo y desbocamiento de los figurantes como materia prima del programa. T5 ha encontrado el camino del éxito desarrollando este modo periodístico maloliente tanto en asuntos de calado, tertulias del corazón o programas de realities guays. Cierto que, de Celia y Mª Antonia a Belén Esteban y Makoke hay poco trecho.