Término despectivo
eSTE periódico publicaba la semana pasada con el curioso títular de "A Telecinco no le gusta la palabra "telebasura" y en la que Manuel Villanueva, responsable de contenidos de la cadena, arremetía contra el término, sus creadores y difusores en un ejercicio de cinismo que para sí lo quisieran los "cara de perro" de la antigüedad. La perla de sus hipócritas declaraciones: "Telebasura es un término despectivo con el público. Los espectadores eligen lo que quieren ver, se divierten con lo que quieren y seleccionan su compañía". El cínico ejercicio autoexplicativo del citado responsable de T5, especialista en producir y programar basura, revela la incomodidad de los creativos de Mediaset con esta modalidad televisiva que han convertido en marca de la casa, siguiendo los pasos de sus hermanos italianos y que ahora pretenden lavar y perfumar. Es sorprendente este empeño por quitarse de encima el olor a puerco cuando andan un día sí y otro también en la pocilga mediática, porque basura es regodearse en las miserias, programar telerrealitis trituradores de intimidad y vivencias más íntimas y legitimar modos gritones, agresivos, impresentables en los guiones que por responsabilidad social debieran moderar tonos y estilos. Justifica el ejecutivo las ofertas de su cadena apoyándose en que el público sabe lo que quiere, en demagógica expresión argumentativa de los intereses y modos de hacer de su cadena que se distingue por la emisión de basurilla en contenidos, personajes y narraciones sometidas siempre al imperio de la publicidad. "No defraudamos a nadie y saben cuando encienden su televisión qué pueden esperar de nosotros" remata el mandón televisivo; por supuesto, que cuando el personal quiere caña, gresca y lío elige la cadena amiga. Los romanos decían "excusatio non petita, acusatio manifiesta".