Es como si de pronto, un escarmiento sobreviniera sobre una empresa de comunicación para escarnio y sonrojo de quienes han manejado indignamente los medios para sus negocios y especulaciones informativas y han maltratado el fin y los medios para hacerse con pasta gansa. De vez en cuando, el mundo empresarial es sacudido por un escándalo que acaba con trayectorias, fortunas y poderes como al que estamos asistiendo en Gran Bretaña con el imperio de Murdoch, un tipo que ponía y quitaba gobiernos, aupaba y descabalgaba personajes de la actualidad a golpe de foto, telediario o titular de tabloide. En el mundo de la comunicación hay líneas rojas que no se pueden sobrepasar en ningún caso, salvo riesgo de hundimiento del imperio; si se sobrepasan estos sencillos y nítidos principios de relación medio-ciudadano: lo que se cuenta es verdad, lo que se cuenta procede de fuentes solventes y limpias, lo que se cuenta es producto de un periodismo no contaminado por añadidos espurios o mafiosos, se rompe la relación de confianza y credibilidad y el medio deja de funcionar en el mercado. La guerra entre medios, empresas que los sustentan y poderes que presionan, condicionan e influyen crea un campo de interrelaciones en ocasiones resbaladizo y peligroso, y algo de esto ha ocurrido con el News of de World, que echa la persiana por comportamiento profesional indecoroso; nunca el fin justifica los medios y las actuaciones periodísticas para construir la narración deben estar sometidas al imperio de la ley de la corrección social, que jamás tolerará el engaño y uso de mecanismos fuera de la ley y la ética. El desprestigio social provocará rechazo al tabloide indigno, quiebra del imperio televisivo, fin de un modo de construir la realidad mediática utilizando medios rechazables.