¿a qué viene el carácter militar que va adoptando El conquistador del Fin del Mundo? Un pelotazo extrañó; una aportación retrógrada que atenta contra la dignidad de los concursantes. Aquel intento de mano dura con Manu Maritxalar no prosperó (en el fondo de su corpachón a Manu se le notaba que es un pedazo de pan). Este año lo interpretan supuestos militares con acento argentino que asusta un poco. Ya saben sus antecedentes. Esta incorporación marcial unas veces genera risa si los imaginamos como cabos chusqueros contratados para tocar la moral a los capitanes y concursantes, y otras le dan un toque de profesionalidad en horas bajas, qué sé yo, como la de Clint Eastwood en El sargento de hierro. El caso es que los índices del programa se han disparado hacia arriba. Da miedo pensar cómo interpretarán estos picos. ¿Girará El conquistador hacia un reality miliciano? A ver si aquellos plastas que te contaban su mili tenían sus razones para pensar que sus historias merecían la pena.

Los que sí dan para una reality son los eurodiputados. Todo el mundo pensaba que no hacían nada y resulta que nos hemos enterado por la prensa inglesa que se pegan todo el día aprobando directivas. La artera artimaña de la cámara oculta practicada por unos periodistas de The Sunday Times contra el eurodiputado navarro del PP, Pablo Zalba, ha puesto de manifiesto que el parlamento no utiliza todos los controles y que deja mucho margen para que a los políticos, (¡pobres, allá lejos!), pongan la oreja a los cantos de sirena. En este caso de la cámara oculta lo que se puede imaginar uno es que al tal Zalba no le importaría cambiar Estrasburgo por una temporada aunque sea en El Conquistador del Fin del Mundo. Mejor sufrir alguna vejación militar y los rigores de la Patagonia que este escarnio público y europeo.