Que en esta pasada festividad de Reyes, en este país que se vanagloria de sus éxitos y su gente, existan sitios como Cañada Real, en la Comunidad de Madrid, en el cual la petición más urgente a los Reyes Magos sea tener electricidad en casa, es absolutamente alucinante. Claro que desde aquella respuesta, ejemplo de inhumanidad e hipocresía, de “yo no gestiono emociones” de la presidenta de la Comunidad, a la carta de una desesperada niña, uno no debiera ya asombrarse de nada. Asco y vergüenza. Como lo de cerrar canchas en Bilbao, no vaya a ser que los sintecho tengan uno encima de sus cabezas y puedan guarecerse del invierno. Y si hace falta se sacan a pasear todos los tópicos sobre drogadicción y delincuencia. Feliz Navidad.