Al margen de opiniones políticas más o menos impopulares y correctas, nadie con un mínimo de razón en la mollera puede negar que exista un problema extremadamente grave y creciente con los “jóvenes de origen magrebí”, y o nos ponemos a solucionarlo o lo pagaremos caro. Y que conste que yo no tengo la solución. Solo veo la realidad ante nuestros ojos.