Vaya por delante mi más sincera solidaridad con toda la población de La Palma, y de forma especial con quienes han visto arrasadas sus viviendas y cultivos. Pero me atrevo a darles un consejo: vista la actitud miserable de los bancos (aunque no hay que olvidar que la actitud miserable es de sus directivos), ofreciéndose a perdonar los intereses de las deudas hipotecarias, debéis contestarles con inteligencia y generosidad. Reclamar a los seguros las indemnizaciones correspondientes. E inmediatamente dejar de pagar las cuotas hipotecarias. Cuando los bancos reclamen la deuda, darles las escrituras de vuestras casas y que atendiendo a la hipoteca cancelen las deudas. Además, en muestra de generosidad, les regaláis los enseres que no pudisteis recoger. E iniciar una nueva vida. Para la que os deseo lo mejor.