Estaría muy bien que todo creador y artista fuera un modelo de humanismo y respeto a los derechos humanos. Pero no es así. Y la historia está llena de impresentables , de cualquier sexo, que fueron auténticos genios cuyas obras seguimos admirando y disfrutando, por muy vomitivas que nos resulten determinadas conductas y actitudes de quienes las crearon. Viene esto a cuenta de la polémica creada por la concesión del Premio Donostia a Johnny Depp. Estamos hablando de cine. De arte. ¿O es que ahora el jurado de cualquier certamen , cine literatura, etcétera, debe juzgar el expediente ético del autor? Es un auténtico despropósito. ¿Qué va a ser lo siguiente, retirar de bibliotecas y filmotecas a tanto fascista y misógino, que sin embargo fueron geniales creadores en su faceta artística? Y ya que va de cine, otro día podemos hablar de Leni Riefenstahl, una mujer que fue una personalidad en el mundo del arte y la innovación cinematográfica y... artífice de la propaganda hitleriana.