Una vez más las USAF se evaden con el rabo entre las piernas, en este caso de Afganistán, derrotados por los talibanes, que han humillado la mítica fortaleza del ejército más poderoso del mundo, según la vergonzosa publicidad demostrando que es sólo fachada. Las imágenes del caos del aeropuerto de Kabul y los discursos de Biden son contundentes. Es uno más de los múltiples fracasos de estos mercenarios aventureros que meten las narices donde huele a negocio o sangre y que escapan humillados cuando la aventura militar se convierte en impopular. La historia de las huidas son tozudas: Corea, Vietnam, Nicaragua, Cuba, Irak... y aventuras varias en las que ha sido protagonista esta amalgama de descendientes del lumpen procedentes de todo el mundo y cuya clase política está vinculada a la extrema derecha. Ahora Biden reconoce que "es una guerra que no se puede ganar. No enviaré a otra generación sin una expectativa de conseguir un resultado razonable". Y para llegar a esa convicción ha necesitado 20 años de muertes, un billón de dólares para la reconstrucción y un número oculto de tropas yankees allí enterradas, aparte de las afganas y de la OTAN en las que, entre otros ejércitos tan sensibles por la paz está España, que también ha impartido lecciones de valor huyendo por la puerta de atrás.En ese matadero se han violado todos los derechos humanos, se ha asesinado impunemente a la población civil, se han enriquecido empresarios del "mundo civilizado" vendiendo armas que destruían lo que posteriormente había que reconstruir pagando salarios escandalosos a mercenarios. Y todo con la edificante huida del presidente afgano. En medio de todo es un momento solemne que deslumbra al pueblo más patriota del mundo que, a pesar de su historial tenebroso, alardea de sus símbolos patrióticos de manera que produce hilaridad en sus manifestaciones cuando son enjuiciados por otros pueblos a los que invaden para dar lecciones de democracia, de libertad y de su american way of life.