Va siendo desapacible, nuboso, fresco y podemos seguir poniendo calificativos, pero, sin lugar a dudas, el susodicho virus no para, no descansa, aunque la vacunación vaya por buen camino pero todavía no lo hemos derrotado. A lo largo de estos dos meses de trasiego hemos conocido, a personas y a gente que ha sabido enfrentarse y crecer ante la dificultad. Es la filosofía de “al mal tiempo buena cara”. La clave es no mirarse al ombligo y saber mirar alrededor y más allá. La novelista estadounidense Pearl S. Buck (1892-1973) afirmaba con fina ironía: “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”. La gran felicidad no existe, es una quimera inalcanzable. Hay gente que yendo en busca de la gran felicidad, se pierde las pequeñas alegrías cotidianas. Lo que importa es saborear y disfrutar de las pequeñas de cada día: el diálogo con los amigos, la ayuda material o moral que podemos prestar a quien nos necesita, los contactos familiares sencillos y sinceros, los detalles de afecto que recibimos y que podemos brindar a los demás, la lectura que nos enriquece, la contemplación de las maravillas de la naturaleza, el deleite de un buen programa de radio o de televisión, la escucha de la música preferida, el ejercicio del deporte favorito, etcétera. No perdamos las pequeñas alegrías cotidianas mientras aguardamos la gran felicidad.