45 mujeres asesinadas en 2020. Cuatro en lo que va de año. Seguimos teniendo unas cifras "oficiales" escandalosas en violencia machista. Ni a gobiernos conservadores ni a gobiernos progresistas, les eriza la piel estos números. La violencia machista no está en sus agendas como una ineludible prioridad a erradicar. Gestos y campañas en fechas señaladas. Imágenes y discursos; pero no hay política económico-social vertebrada para exterminar esta violencia. Y si persiste, vivimos en una sociedad enferma. Una sociedad que sigue imponiendo la fuerza bruta, por encima de la razón y de la convivencia. No se puede hablar de democracia cuando las circunstancias económicas y sociales convierten a las mujeres en ciudadanas de segunda. No se puede hablar de democracia si a mujeres con distinto color de piel, distinta cultura, distinta capacidad y pobres, se las determina a ser las parias o lo que es peor, a ser las prostitutas del sistema. Por eso gritamos. Por eso nos matan. Se ahogan voces, pero se encienden iras. Nos llaman locas, histéricas, violentas, pero hasta Dios expresó su ira y le siguen rezando; así que no piensen que aunque falten voces, podrán callarnos.