Resulta que nos alegramos cuando alguien gana las elecciones y es más de nuestro gusto que el contrario. En muchos casos de izquierdas, progresistas o como se les quiera llamar. Que uno ya no sabe qué llamar cuando mira a los que se dicen socialistas de siempre. Ahora han ganado los demócratas en EEUU. Y muchos humanos nos hemos alegrado (menos los fascistas y otras hierbas) de que Trump haya perdido, aunque no lo acepte por pura chulería. Pero resulta que el nuevo líder demócrata ha dejado a los palestinos tan jodidos o más que con Trump. Y no digamos a los saharauis. No avanzamos nada. Recuperamos algo. Pero nada más. De los socialistas españoles ni hablamos. Rajoy nos dejó casi más mierda que el chulito Aznar y todavía estamos chupando estopa de los dos. Menos mal que ahora han necesitado a Podemos y a los nacionalistas, y por nuestros lares a abertzales y se puede conseguir cambiar algo. Y así, o parecido, en casi todos los países de nuestro entorno. ¿Qué les ocurre a los que llegan al poder? Desconectan con los ciudadanos, que bastante tienen con luchar día a día por su propio trabajo (si no es funcionario o político). Dicho de otra manera: vamos de culo y cuesta abajo, en regreso en vez de progreso con esta forma de gobernar. Al loro. Kontuz.