La crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha obligado a muchas personas a teletrabajar desde casa y las empresas se muestran cada vez más preocupadas por la ciberseguridad de sus empleados y de sus redes corporativas. Los ataques en Internet mediante el llamado phishing (en castellano, picar o pillar) han crecido exponencialmente y los ciberdelincuentes se frotan las manos porque la gente cae continuamente en la trampa.El phishing es la suplantación de identidad, a través de sofisticadas técnicas de ingeniería, para robar información, dinero, instalar un virus o tomar el control de nuestros dispositivos. Lo más frecuente es enviar correos electrónicos, WhatsApp o SMS en apariencia procedentes de fuentes de confianza como bancos, compañías eléctricas, Hacienda o Correos, cuyo texto indica la urgencia de aportar claves de acceso, datos privados o el número de la tarjeta bancaria.La mayoría de las amenazas detectadas, tanto a particulares como a empresas, se basan en acciones cotidianas que podrían pasar por reales. Pero podemos evitar ser objeto de phishing simplemente desconfiando de los mensajes que inviten a abrir archivos o soliciten datos bancarios y, si ha sucedido lo inevitable y el engaño se ha consumado presentar inmediatamente una denuncia ante la Policía.Los ciberdelincuentes idean cada día nuevas estrategias de engaño. Los particulares y especialmente los trabajadores, que ahora ejercen su labor desde sus propios ordenadores, deben permanecer en guardia para no caer en la trampa. El teletrabajo es ya un derecho pero por la urgencia de implantarlo se ha saltado un paso necesario: la formación en ciberseguridad de los trabajadores. Que las empresas tomen nota porque está en juego nuestro dinero.