En julio, ante tanta presión mediática sobre el coronavirus, decidí hacerme el test de Serología Vírica (Sars-Cov-2), es decir, el sistema sencillo para conocer si uno puede encontrarse, en una de las etapas del contagio. Fui a un laboratorio donostiarra, que por 50 euros y día y medio de tiempo, me remitió el informe favorable.El día 25 de septiembre, por precaución, vuelvo al mismo laboratorio: "lo sentimos, es viernes y hasta el lunes no le podemos atender". Me voy a Behobie, entro en la primera farmacia y les pregunto si me lo pueden hacer. Diez minutos después y 17 euros, me lo entregan. En un país con un salario medio profesional superior a España, es más barato el test, y para más inri lo hacen en cualquier farmacia. La reflexión surge inmediatamente: ¿Cómo se han podido parar tantos centros de trabajo, arriesgar a tantas personas, cuando con una garantía, más que suficiente, y a un costo relativamente bajo se puede garantizar que uno no está contagiado, el día en que se hace la prueba?¿Por qué esta operación la pueden hacer los farmacéuticos en Francia, y aquí hay que recurrir a un laboratorio, pagando más que el doble?