Lo conocí hace 30 años. Me dio trabajo como payaso en su negocio de hostelería de la calle San Martín en Donostia. Su trato como jefe fue inmejorable. Me dio confianza y buen pago. José Manuel Ubarrechena era una persona inmejorable y padre del actual vicepresidente de nuestro equipo: la Real Sociedad. Siento mucho su pérdida. Su recuerdo quedará para siempre. Milesker eta ondo izan Ubarrechena jauna. Hasta siempre.Escuché el pasado viernes al portavoz de una asociación que lanzaba un mensaje desesperado. Con ciertos problemas en la vocalización debidos, lógicamente, a su condición de sordo, ponía voz a un colectivo que pide tan solo comunicación. Las mascarillas no han sido diseñadas para leer los labios y ellos se encuentran doblemente aislados. A los demás nos parecerá poca cosa para lo que llevamos visto, pero imagínense un calabozo dentro de la cárcel. Ha de resultar angustioso ser ajeno a lo que decimos quienes podemos y vivir doblemente las limitaciones y penurias que este dichoso virus nos está generando. Piden una mascarilla transparente, no solo para ellos, sino también para otros colectivos que precisan de la observación de nuestros labios y expresiones faciales para entendernos y ser parte de la sociedad. En la era de la comunicación, del 5G y de las redes sociales, no parece tan difícil solucionar este pequeño gran problema de las comunidades que viven en silencio. Por eso espero que, a la publicación de esta carta, y con la velocidad a la que últimamente se desarrollan los acontecimientos, la reivindicación sea ya historia.