Empezamos un nuevo curso televisivo con caras nuevas; ¿seguro? o ¿son las de siempre? ¿Cómo es el nuevo rostro de Ana Rosa esta temporada? Es evidente que lo bello vende. Y lo que vende es poder. Los directivos de las grandes cadenas de televisión lo saben, y abusan exigiéndola a sus presentadoras/es. Es la ley de la atracción. Lo vemos sobre todo en los telediarios y programas de Telecinco. ¿No se enamoró Felipe del rostro de Letizia? Lo que hay detrás de la belleza en los medios es abuso, miedo, inseguridad y opresión. Abuso porque en muchos programas si no tienes físico, no te contratan. Miedo a perder esa belleza rápidamente: si tu rostro no es atractivo, en cualquier momento puedes ser sustituido por otro más joven. También inseguridad porque siempre necesitas hacerte algo, siendo algo neurotizante. La belleza pasa de ser algo secundario en la personalidad, a indispensable y totalmente necesario para vivir.La belleza así es opresiva, porque genera verdadera dependencia psíquica y física e impone unos cánones a seguir. El morbo, la atracción por ver esos cambios, también son poder y ganancia. Lo estamos viendo en los influencers, usando belleza y cuerpo para vender productos, dar consejos… que enganchan y hacen que nos sintamos embobados. Pero esta belleza que promueven es pasajera, generando una dependencia con un coste muy alto: una obsesión totalmente enfermiza por la imagen propia. ¡Lo triste que son modelos para tantísima gente! Es grandísimo su beneficio en general, pero para estos personajes es más a corto que a largo plazo, mientras la belleza dure. Y… ¿después? A mi entender, la belleza no tiene por qué ser sinónimo de juventud, por ejemplo un rostro es hermoso desde su armonía y serenidad. Además creo que pierde el presentador/a profundidad, carácter, realismo y empatía con el espectador. Piensen ustedes, ¿no es mejor ser un poco feo y sano?, ¿sentirte y sentirse bien? No hay nada como reírse de uno mismo. Aceptar la edad y la realidad.