En España, entre universidades y escuelas de negocios, hay unos 150 centros. En las últimas décadas se han graduado en ellos, miles de alumnos en economía. En todos estos centros de estudios económicos, sus alumnos y exalumnos, ¿no hay suficiente talento profesional para proponer algún plan excepcional, imaginativo y viable, para hacer frente al desplome económico que nos está suponiendo el COVID-19? Frente a él, nos hemos quedado paralizados, perplejos y asustados, esperando un milagro, que no llegará sin nuestro esfuerzo. Algún plan excepcional o de guerra nos hace falta. Debemos pensar en algo creativo, sea ortodoxo o heterodoxo.Algún plan para que las "actividades esenciales", generen unos pocos empleos más, que palien los desempleos que se están ocasionando en las "actividades no esenciales". Algún plan de generación de valor añadido a bajo coste, que se ingrese íntegramente en las arcas públicas, para pagar las necesidades del desempleo creciente, las jubilaciones y tantos otros servicios públicos. Algún plan excepcional, para producir más barato, ciertos productos importados, que generan empleos fuera del país. Como la productividad es el cociente de la cantidad producida por unidad de coste, habrá que reflexionar sobre ambos elementos, aportando las inversiones e infraestructuras que propicien la generación de ese valor añadido adicional. Una medida especial, de un año de duración o dos, podría ser que la afortunada población activa, trabajase dos horas semanales adicionales sin cobrar y se transfiriese al Estado el producto de las mismas, para que estemos todos mejor. También que la población desempleada produjese valor en infraestructuras medioambientales o necesarias, en vez de estar ociosa. Todo valor futuro requiere inversiones e infraestructuras previas.Esta medida, una vez ajustada, sería insuficiente para resolver el problema en toda su magnitud, pero sumada a otras, que el talento creativo de nuestros economistas nos propusiera, disminuiría mucho los daños colaterales del COVID-19 en el conjunto de la economía del país.Para llevar a cabo medidas excepcionales, hace falta la intervención del Estado, pues las mismas no son ni de interés, ni competencia, ni habilidad, de la iniciativa privada, ni de las fuerzas naturales de los mercados, que excluyen eternamente al que no tiene poder adquisitivo.Juan Mari Iraola