En diciembre de 2023, en un mitin celebrado en Madrid, Ione Belarra pidió a Irene Montero que fuera la candidata de Podemos a las europeas. La ungida, presente en el acto, aceptó al momento, faltaría más. En realidad todo aquello fue un paripé que, como se sabe, significa en el lenguaje coloquial fingimiento, simulación o acto hipócrita. Dicho de otra manera, un teatrillo. Lógicamente, el artificio se cumplimentó con el debido proceso interno que terminó meses después. Pero el cabreo de mucha de su gente se pudo observar en las redes sociales. Lamentaban con razón que con aquella proclamación de facto se estaban cargando algunos de los valores fundacionales del partido, como el derecho a tener unas primarias libres, no condicionadas; menos aún por la secretaria general.

Pues bien, ha vuelto a suceder. De nuevo Ione Belarra rogándole a Irene Montero que asuma el gran sacrificio de encabezar otra candidatura, esta vez para el parlamento español. Súplica que fue recibida por los asistentes al mitin dominical con una cerrada ovación. No tardó en llegar la aceptación de la, por ahora, eurodiputada. En esta ocasión, sin embargo, la cuestión ha resultado más feílla que en la anterior, describámosla así. Resulta que el partido está inmerso en su V Asamblea Ciudadana Estatal, que culminará el sábado, pero que tiene las votaciones para la dirección abiertas hasta mañana viernes. Uno se pregunta, muchos se preguntan, si no era lo más sensato guardar por lo menos las formas y esperar a que sea la nueva dirección la que asuma la responsabilidad de iniciar el proceso de las candidaturas. Aunque todo el mundo sepa que la exministra Belarra seguirá al mando.

Ciertamente, resulta desalentador que un partido que en su día sacudió el escenario político con propuestas novedosas en torno al funcionamiento interno, haya terminado por cometer torpezas como las descritas. Y que no exista nadie en su entorno que advierta de que así no se hacen las cosas. Ellas verán.