Disertábamos aquí hace algunas semanas sobre la vía que debe emprender la oposición de EEUU para hacer frente a Trump, Musk y sus mariachis en el inicio de su mandato, y la recomendación de un asesor demócrata de no hacer, de momento, nada. Sin embargo, algo se está moviendo. Parece que no todos están dispuestos a esperar, y empiezan ya a surgir manifestaciones de protesta, algunas espontáneas y otras convocadas por dirigentes del ala izquierdista del partido del burro, como Bernie Sanders y , quienes congregaron la semana pasada en Denver a una multitud. Otros representantes más moderados también comienzan a alzar la voz.

Con todo, el mejor termómetro del estado de ánimo de la ciudadanía respecto a los gobernantes suele ser la urna. En EEUU siempre se espera con ansia a lo que ocurre en las elecciones de medio mandato presidencial, que en esta ocasión se celebrarán en noviembre de 2026 para elegir a toda la Cámara de Representantes y a un tercio del Senado. Sin embargo, hasta ese momento, siempre hay vacantes que cubrir. Es en lo que nos vamos fijando los más frikis de la cuestión. Siendo cierto que muchas de ellas son elecciones parciales de difícil extrapolación, también lo es que los analistas se fijan cada vez más en sus resultados.

Anteayer en Pensilvania se produjo un hecho relevante. Los demócratas colocaron en el senado estatal, tras 46 años, a un candidato de un distrito donde Trump había ganado por 16 puntos. Gran sorpaso que ha agitado mucho el panorama. El próximo martes los electores cubrirán una vacante de la Corte Suprema de Wisconsin, en noviembre se elegirá al nuevo gobernador de Virginia, y así un largo etcétera. Dicen los que saben de esto que podría llegar una gran ola azul. Desde luego no será por el mérito de un partido demócrata con pésima imagen en la sociedad. Deben saber que recoger los votos de los cabreados les puede dar réditos en el corto plazo, pero no es suficiente de cara al futuro. Deben cambiar mucho.