Los programadores de las teles convencionales se las ven canutas cuando tienen que enfrentar la atracción de los consumidores con piezas de escaso atractivo para incrementar las audiencias. Esta pelea por la competencia es un descarnado ejercicio de quítate tú para ponerme yo. Las ofertas televisivas se polarizan en franjas horarias en las que deben hacer acopio de televidentes. Ello obliga a repartir la oferta. Pero también se construyen franjas más débiles, alejadas del prime time, con poco acierto para mantener el negocio atractivo. Uno de los momentos más débiles es el posterior a la emisión del telediario de mediodía. La hora de la siesta marca un momento de bajonazo que las cadenas tratan de llenar utilizando varios imanes de atracción. Unos recurren a las infinitas telenovelas de culebrón y tente tieso, otras agotan con concursos sin fin, y algunos se lanzan a construir algo parecido al entretenimiento en base a un personaje-conductor capaz de animar las tardes y sujetar al sufrido oyente frente a la pantalla. Se llama Zapeando y lo conduce un animoso y chistoso presentador, Dani Mateo, que se rodea de un buen puñado de algo parecido a los clásicos tertulianos pero con materia rosa y famoseo por medio. La tarde de La Sexta se llena de chascarrillos, noticias banales y personajes de empaque menor en un plató lleno de luz y color. Dani Mateo, Cristina Pedroche, Miki Nadal, Valeria Ros y Quique Peinado, entre otros animadores de la tarde, han asentado el programa con un planteamiento de escaso coste de producción y animosa audiencia. Todas las tardes de cuatro a seis y media, el histrión Mateo mete gol con un fresco programa que marca una senda para seguir camino de una nueva tele.